Se cumplían los plazos en la calle Sol de forma milimétrica. Apenas se habían consumido unos minutos de las tres de la tarde. Las noticias inquietaban los corazones cobijados bajo las túnicas albimoradas de la corporación de Santa Catalina. La incesante lluvia que castigaba a Huelva apagaba la sonrisa de los rostros de los penitentes apostados junto a los dos pasos de la hermandad.
A las 15.02, la voz de Emilio Iriso, hermano mayor de la cofradía, anunciaba una reunión inmediata de la junta de gobierno para concretar la decisión definitiva. Los devotos, presos de la tensión, arañaban segundos al reloj postrando su mirada en el Santísimo Cristo de la Exaltación y María Santísima de las Lágrimas. La bellísima dolorosa de Santa Catalina, escoltada por un elegante exorno floral de claveles blancos, lucía resplandeciente en su palio, rico en bordados.
La decisión de Los Negritos y Las Cigarreras de no procesionar multiplicaron la incertidumbre, que se esfumó exactamente a las 16.29. En ese momento, y mientras el silencio amagaba con adueñarse de cada rincón de la parroquia, Iriso comunicaba el acuerdo definitivo de suspender la estación de penitencia por segundo año consecutivo.
Las lágrimas humedecieron las mejillas de los numerosos nazarenos, que rindieron tributo a sus titulares hasta que, a las 18.30, se abrieron las puertas del templo a la Sevilla cofradiera.
