Me puse a escribir sobre los lances del rey en Chile y acabé dándome cuenta de que es mejor dejarlo. No estoy por la labor de hacerle el trabajo a los que del incidente lo único que pretenden es sacar lascas de las instituciones. Unos se ponen a dar vítores al Monarca para, a renglón seguido, cargar contra el Gobierno. No quiero que me suban al arca de Noé de la fauna variopinta que espera el diluvio y lo desea con fervor.
Alguno se sorprende cínicamente de los brotes fascistas. Le echan la culpa de su existencia a los demócratas, a la firmeza democrática. Es curioso. Esta gente lleva rugiendo en bajo desde el 77, antes ocupaban toda la calle, Pero era ingenuo pensar que el entonces llamado franquismo sociológico iba a desaparecer con Franco. Las largas colas de su entierro. No Cambia tanto un país en tan poco tiempo. Serán una minoría pero no son nuevos. Son, en todo caso, los hijos de los halcones del franquismo., de los nostálgicos.
Otros lo más que han hecho es darse un par de manos de pintura. Pero basta rascar un poco para que debajo aparezcan con la camisa azul que sigue seminueva. ¿Dónde estarán las fotos familiares de los miles de Procuradores en Cortes y Consejeros del Movimiento vestidos de blanco cumplimentando al Caudillo el día de la Victoria? Los marcos de plata que tapizaban las cómodas de las casas de los adeptos con las fotos de su adhesión inquebrantable ¿donde están? La materia no se destruye, se transforma. Las fotos. Sigamos mirando para otro lado.
Carlos Rosado es abogado
