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Las comparaciones son odiosas

La trifulca política, cuando llega el momento de analizar los presupuestos, es lo habitual, se diría que casi lo obligado, porque es el momento en el que, quien gobierna, da a conocer sus prioridades de gasto, cuyo establecimiento es una de las funciones indelegables de los gobernantes.

el 15 sep 2009 / 16:12 h.

La trifulca política, cuando llega el momento de analizar los presupuestos, es lo habitual, se diría que casi lo obligado, porque es el momento en el que, quien gobierna, da a conocer sus prioridades de gasto, cuyo establecimiento es una de las funciones indelegables de los gobernantes y donde, en teoría, debe plasmarse el sustento ideológico de ese gobierno. Es decir, que, en pura interpretación política, del examen presupuestario tendría que deducirse si quien lo hace, y luego tiene que ejecutarlo, que es otra cosa, es de derechas, de izquierdas, o todo lo contrario. Por tanto, quienes no han hecho el presupuesto, es decir quienes no gobiernan y están en la oposición, que se supone que son de una ideología distinta o contraria, según se mire, a quien gobierna, nunca los podrán aceptar de buen grado porque, seguimos en el terreno de la teoría, se contradicen con su credo ideológico, lo que les hace defender una escala de valores, y por tanto de prioridades presupuestarias, absolutamente diferentes.

Lo que pasa es que, cuando llegamos a la puesta en práctica de todo esto, a la hora de la verdad, los blancos no son tan blancos, ni los negros tan negros - como ejemplo histórico de contradicción ideológica tenemos al ultra conservador Bush, convertido en ferviente intervencionista - y las circunstancias suelen mandar mas que las propias creencias.

Aplicado esto al ámbito autonómico, es decir a lo que afecta el proyecto de presupuestos generales a la inversión del Estado en las distintas comunidades, no deja de sorprenderle a uno la conformista reacción de la Junta de Andalucía respecto a la partida presupuestaria destinada a esta tierra. Cierto es que se aproxima al cumplimiento del reparto según el criterio de población, aprobado en el nuevo Estatuto, pero es evidente que se produce un claro desequilibrio si lo comparamos con lo que se destina a otras comunidades. Por ejemplo, Cataluña recibe 200 millones de euros más, en términos absolutos, con un incremento con respecto al año pasado de más del 6%, mientras que Andalucía no llega al 1,5 %. Y Andalucía tiene más problemas, y más carencias desde cualquier punto de vista, como en su momento reconoció el propio Solbes.

Cierto que estamos ante unos presupuestos de crisis, pero la crisis la sufrimos todos, y no por igual, porque Andalucía, por su mayor dependencia del ladrillo y su menor tejido industrial, va a padecer, y está padeciendo ya, con más intensidad las consecuencias de esta situación. Y la prueba está en los índices de paro, casi cinco puntos por encima de la media nacional. Así que, el decir, como han dicho los responsables de la Junta, que lo importante es lo que recibe Andalucía, no lo que reciben los demás, es salirse por la tangente en defensa de un gobierno amigo, en teoría, y no querer reconocer que, en momentos como estos, el reparto presupuestario tiene que primar la atención a necesidades reales, más que a equilibrios políticos. Y reconocer, eso sí, que, para los más perjudicados, nosotros, las comparaciones son odiosas.

Periodista. juan.ojeda@hotmail.es

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