Economía

Las cooperativas de la marisma escalan en el ‘ranking’ empresarial

Arrozúa, por la parte industrial, y la sociedad almeriense Aguas del Almanzora, marcan el ritmo a un sector arrocero que mueve 140 millones anuales en el campo sevillano.

el 08 mar 2014 / 23:55 h.

ESTACIÓN DE BOMBEO DE COMUNIDAD DE REGANTES DE ISLA MÍNIMA En el Guadalquivir abajo, allá en plena marisma, los arroceros sevillanos han demostrado tres cosas. Primero, que en estas tierras salinas o se siembra arroz o no se siembra nada. Quede aquí el ejemplo de la sociedad almeriense Aguas del Almanzora, que plantó lechugas y, al final, ha tenido que sustituirlas ¿por qué? por arroz. Segundo, que del campo pueden salir no sólo multinacionales, sino un líder mundial: Herba, división arrocera de Ebro Foods, cuyo centro neurálgico internacional se ubica en la localidad de San Juan de Aznalfarache. Y tres: que si realmente los agricultores quieren, se pueden hacer grandes cosas, como han sido la unión de cooperativas en la firma de comercialización Arrozúa, la posibilidad de hacer un cultivo más ecológico y, por último, el ser una despensa para las aves de Doñana. En 2006, Aguas del Almanzora protagonizó la primera compra de derechos de agua en el agro andaluz. En concreto, esta sociedad, que representa a diez mil agricultores de la hortofrutícola Almería, le dijo a la familia Hernández Barrera: oye, fincas quiero, sean al menos 1.500 las hectáreas y pago unos 40 millones de euros a tocateja. A la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) le propuso: mire, esta explotación agraria tengo, incluidos sus derechos hídricos de 15 hectómetros cúbicos, pero, he aquí la novedad, no los quiero para regar este blanco cereal en Sevilla sino para llevarlos hasta los coloridos invernaderos almerienses. Está bien, respondió el órgano regulador de la cuenca: procédase pues al correspondiente y equitativo desembalse desde el granadino pantano del Negratín. Aguas del Almanzora intentó no dejar baldías las tierras, sino que trató de adaptarlas para producciones alternativas al monocultivo del arroz. Y sembró lechugas, incluso con la técnica fórmula hidropónica (colgante, sin suelo). «Sí, lo intentó. Pero el intento quedó ahí, aunque finalmente dio marcha atrás: otra vez arroz», rememora Manuel Cano, el director gerente de la Federación de Arroceros de Sevilla. Y es que la marisma, al menos por ahora, no sirve para otra siembra que no sea arroz, el único cultivo que soporta cierto grado de sal. Haga usted esta prueba: riegue asiduamente cualquier planta con agua un poco salina, a ver cuánto le dura –o muere o se estropea–. Hoy en día, Aguas del Almanzora es uno de los mayores productores individuales de arroz en la marisma sevillana, con 13 millones de kilos vendidos a Herba. El nuevo vecino es uno de los tres principales cambios en el negocio. El segundo fue la adquisición de la empresa arrocera SOS por parte precisamente de Ebro Foods (Herba), siendo una contrapartida al rescate ejercido por éste sobre el antiguo grupo agroalimentario SOS Cuétara, hoy reducido a la aceitera Deoleo –en suma, yo entro en tu capital, tú me das tu arroz y te elimino como rival–. Y el tercero: la creación de Arrozúa como fusión de las cooperativas Veta la Mora y Unión Arrocera. En 2008, esta gestación marcó un antes y un después en el arrozal andaluz. Por un lado, por vez primera se superaban viejas rencillas y se anteponía el negocio a los protagonismos –el ser presidente de una cooperativa da caché en un pueblo–. Por otro, Arrozúa no sólo abordaba la fase agrícola de la cosecha, sino que se adentraba en la industrial (molino y envasado) y en la más difícil todavía, la comercial. Se lanzaban dos marcas propias (Ruedo y Santa Ana) y también comenzaba el empaquetado para etiquetas de las cadenas de distribución (las llamadas marcas blancas). Teniendo en cuenta estos mimbres, ¿cómo quedaría la industria arrocera? La sociedad pública Mercasa ha elaborado un ranking nacional de empresas por volumen de negocio. Nadie le tose a Ebro Foods, líder no sólo en España, sino en el mundo, siendo constantes las noticias que hablan de más y más compras de marcas: 920,7 millones de euros. Segunda, Dacsa (o Maicerías Españolas), que desde la Comunidad Valenciana arroja casi 280 millones. Tercera, y he aquí una gran novedad y la demostración de que la unión hace la fuerza, Arrozúa, con 45 millones. Y después afloran la estadounidense Mars España, la leonesa Alimentos Naturales y la también valenciana Arrocerías Pons. arrozBajemos a Sevilla. En producción, tenemos encabezando a Arrozúa, con 12.700 hectáreas y unos 130 millones de kilos. Tras ella, la cooperativa Arroceros del Bajo Guadalquivir, con 40 millones de kilos; otros tantos de la familia Hernández Barrera –se estima que sus fincas suman 3.900 hectáreas–; la cooperativa de La Puebla del Río, con 20 millones, y una serie de grandes agricultores individuales, entre los que se encuentran las familias Escobar y Verdugo y el empresario catalán Joaquín Domingo, dueño de la sociedad de intermediación comercial Luton, quien comprara el negocio arrocero a los hermanos Guardiola. Ésta es la radiografía industrial, si bien, aclara Manuel Cano, «existe una cosa evidente. Herba, sumando cosecha propia y compras de cosechas, acapara siete de cada diez toneladas en las marismas». Y hablando de cosechas, sus números. Estadísticas de la Consejería de Agricultura. 337.330 toneladas de arroz cáscara (sin eliminarle la cáscara, que supone en torno a una quinta parte del peso del grano) en la pasada campaña para las dos provincias productoras: Sevilla (314.396) y Cádiz (22.725). La media anual suele rondar las 350.000-360.000 toneladas. En cuanto a la superficie regional, 39.791 hectáreas (36.966 para las marismas sevillanas y el resto, en la comarca gaditana de La Janda). La cercanía del Parque Nacional de Doñana ha hecho, asimismo, que el cultivo de las marismas haya pegado un cambio radical hacia una mayor sostenibilidad: un 98 por ciento de la superficie está amparada bajo el modelo de la producción integrada, esto es, semiecológica (con un riguroso control técnico del uso de pesticidas para el control de las plagas y enfermedades). Eso sí, no hay margen de crecimiento. Las tierras de las marismas son las que son. Mientras, las cifras nacionales son las siguientes: 851.500 toneladas recolectadas sobre 113.200 hectáreas. La primera comunidad en cosecha es la andaluza, seguida de Extremadura (207.000 toneladas y 26.200 hectáreas), Cataluña (130.200 y 20.885) y Valencia (116.600 y 14.987). Pero el rendimiento más alto: en Sevilla. «Con entre 8.500 y 10.500 toneladas por hectárea, aquí el cultivo del arroz es aún rentable», sostiene Manuel Cano. Eso sí, matiza, sin perder de vista que las ayudas europeas siguen siendo necesarias. ¿Y cuánto negocio genera en Sevilla? Alrededor de 140 millones de euros –91 millones por ventas agrarias, el resto en distintas líneas de ayudas–, sin contar con la industria auxiliar (semillas, abonos, avionetas para tratar) ni la industria adicional (viveros de cangrejo rojo exportado a medio mundo) ni todo un pueblo, el de Isla Mayor, que depende de su cereal blanco.

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