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Las cuentas de Izquierda Unida

En vísperas de la IX Asamblea Federal de Izquierda Unida, a celebrar los días 25 y 26 de octubre, se plantea un curioso pulso entre la actual dirección de la coalición, liderada por el coordinador general Gaspar Llamazares, y la federación andaluza, a la que la comisión organizadora le niega el reconocimiento pleno del censo de militantes...

el 15 sep 2009 / 09:39 h.

En vísperas de la IX Asamblea Federal de Izquierda Unida, a celebrar los días 25 y 26 de octubre, se plantea un curioso pulso entre la actual dirección de la coalición, liderada por el coordinador general Gaspar Llamazares, y la federación andaluza, a la que la comisión organizadora le niega el reconocimiento pleno del censo de militantes: debe ser una costumbre ir a la baja con Andalucía en cuestiones demográficas. Llamazares tiene cierta razón a la hora de criticar que se pretenda condonar la deuda de los militantes andaluces, pero lo que realmente teme es que una abultada presencia del sur acabe definitivamente con las posibilidades de futuro de la corriente interna a la que representa y a la que muchos de sus socios reprochan demasiada afinidad con el PSOE. En tiempos de crisis, la izquierda piensa que puede recobrar el terreno perdido por el voto útil y el miedo a la caverna. A la Asamblea, que seguirá a las locales y a las autonómicas, está previsto que acudan 800 delegados, a repartir en función del número de militantes (50%), afiliados censados a fecha del 9 de marzo (30%) y el porcentaje que resta en función del número de votos, que no de escaños, obtenido en dichos comicios. Así que todos los indicios apuntan a que las federaciones con más peso serán las de Andalucía, Madrid, Cataluña, País Valencia y Asturias. Las de menos, Ceuta, Melilla y la de la emigración. Aunque la figura de Llamazares está en entredicho, no parece probable que sus partidarios opten por fundar un Partido de la Izquierda Verde, como algunos han empezado a cuchichear desde Asturias. Sería un nuevo suicidio que la coalición no puede permitirse. Pero lo cierto es que empieza a haber demasiados versos libres, como ocurre en Andalucía con los casos tan heterogéneos de Rosa Aguilar y de Concha Caballero. A Diego Valderas, le salen las cuentas para la Asamblea Andaluza. Aunque la CUT de Sánchez Gordillo no vaya de su mano, tampoco constituye un rival de peso. Tampoco lo es el jiennense Manuel Moreneo, que está más en la melée de Madrid que en la liga blanquiverde aunque tiene firmes partidarios al sur de Despeñaperros. Otro tanto ocurre con Felipe Alcazar y Willy Meyer, destituidos en la última ejecutiva de Llamazares pero que tampoco están para tirar cohetes contra el actual coordinador andaluz con quien tuvieron sus rifirrafes en el pasado. Se sabe que Valderas se alinea con quienes pretenden jubilar a Llamazares con un reloj de oro. Pero lo que sigue sin saberse es quien representa los intereses del coordinador general en Andalucía. Es un mal negocio político no tener a nadie que haga doblar las campanas por él en la federación más influyente de Izquierda Unida a escala estatal.

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