La situación en China y Pakistán no mejora. En China, las intensas lluvias nocturnas provocaron nuevos aludes e inundaciones; una catástrofe que el miércoles había dejado ya más de 1.117 muertos y 627 desaparecidos. Pakistán, por su parte, vive una situación parecida, con 1.600 muertos.
Las grandes masas de barro no dan tregua a los ciudadanos chinos. Ayer otro alud de unos 45.000 metros cúbicos de escombros bloqueó la principal carretera, a través de la cual estaba llegando la ayuda de emergencia para los damnificados. Mientras los 10.000 efectivos que trabajan en la zona intentaban desbloquear las carreteras y recuperar los cadáveres, la estación meteorológica local no tenía buenas noticias, ya que se prevé que las lluvias continúen durante las próximas 24 horas con una intensidad de hasta 90 milímetros. Igualmente, según el Ministerio de Tierra y Recursos, la zona está amenazada por 18 potenciales riesgos geológicos que pueden llegar a afectar a un total de 30.000 personas.
"Aquí vivían todos nuestros familiares. Diez familias, 50 personas en total, todas están muertas", explicó Liu Lihua, de 16 años, al diario South China Morning Post, señalando un grupo de edificios arrasados y cubiertos de una espesa capa de lodo. "Sucedió a medianoche. Escuché un ruido muy fuerte fuera. Todo el mundo estaba asustado, nos escondimos dentro de casa hasta que todo se calmó. Cuando mi padre salió fuera, todo el pueblo había desaparecido. El barro sepultó la casa de mis abuelos", añadió.
Las autoridades de la prefectura tibetana de Gannan, donde se ubica Zhouqu, la zona de China más afectada por las inundaciones, anunciaron ayer que esperan que la comarca esté reconstruida antes de junio del 2011, y tienen previsto conceder a cada familia afectada un subsidio de 2.941 dólares para la reedificación de sus viviendas.
Por otro lado, las inundaciones que asolan actualmente un tercio de Pakistán han provocado la muerte de al menos 1.600 personas. Esto convierte a esta catástrofe en el segundo peor desastre de estas características de la última década en todo el mundo, según informó el Centro para la Investigación sobre Epidemiología de Desastres. Su directora, Debarati Guha-Sapir, lamentó el alto número de víctimas registradas en las últimas semanas para un fenómeno natural "que se encuentra entre los desastres más fáciles de predecir y planear". Además, la situación de los pakistaníes podría empeorar en las próximas semanas, ya que se teme que el mal tiempo continúe incluso en el mes de septiembre.
Al hilo de esto, las Naciones Unidas pidió duplicar la ayuda a Pakistán, donde sus agencias humanitarias sólo alcanzan a repartir material a parte de los seis millones de afectados más graves por las inundaciones. Ahmad Farah Shadoul, representante de la Organización Mundial de la Salud, advirtió de que "hay temor de brotes de enfermedades como el cólera, diarreas, dengue y malaria" si los esfuerzos de ayuda no consiguen una reacción adecuada a la magnitud de la catástrofe.
Rusia, por su parte, se recupera del fuego que ha asolado el país durante la última semana. El presidente, Dimitri Medvedev, levantó el estado de emergencia ayer en tres de las siete regiones afectadas por los incendios.