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"Las empresas ven la universidad como una consultoría de bajo coste"

Entrevista a Sergio Pozo Hidalgo, fundador de Intelliment Security

el 06 jul 2013 / 22:00 h.

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Sergio Pozo (Sevilla, 1977) concluyó los estudios de ingeniería técnica en 2002, que compaginaba con la tienda de componentes informáticos que montó. Entre 2002 y 2004 hizo la ingeniería superior. Por la tarde iba a las clases y por la mañana trabajaba con una beca de investigación en la universidad en un proyecto sobre seguridad telemática en el cuidado de ancianos, en el que se encargaba de la seguridad en el sistema remoto. Ha conseguido el fin que se le presupone a la investigación, resolver de forma práctica necesidades reales. Y lo ha hecho gestionando su propia empresa, Intelliment Security, con dos socios. –¿Cómo cobra vida el proyecto? –Surge de una spin-off de la Universidad de Sevilla. Trabajaba en el departamento de lenguajes y sistemas informáticos de la ETS de Ingeniería Informática en el ámbito de la seguridad y en 2004 empecé a ver qué problemas que no estuvieran bien resueltos podía resolver a través de la investigación. Elegí esas líneas, concreté los problemas y, una vez resueltos, la solución se presentó a un grupo de empresas –es un proceder habitual de los departamentos de investigación– y vi que había interés, así que ajusté la solución a sus necesidades. –¿Qué problemas utilizó como punto de partida? –Por una parte, diagnosticar que las políticas de seguridad cuando se configura un dispositivo de telecomunicaciones como los routers o los cortafuegos eran correctas. Si bien existían soluciones para estos problemas tanto en el ámbito académico como industrial, éstas no funcionaban bien para problemas pequeños, pero no cuando éstos adquirían mayor dimensión. Otra dificultad era que la verificación se hace dispositivo a dispositivo, con lo que, si hay muchos conectados, resulta una tarea pesada. –¿Y a raíz de ese análisis cuáles son las soluciones que ofrece? –Ofrecemos un plano de control para la gestión y aprovisionamiento de políticas de seguridad para infraestructuras de red grandes, complejas y heterogéneas. Y un producto de gestión y administración de políticas de seguridad multi-fabricante y multitecnología con una interfaz visual que utiliza a su vez este plano de control para comunicarse con los dispositivos. –¿Qué ventajas aportan? ¿Quiénes son sus clientes? –La ventaja competitiva es el ahorro de costes en recursos humanos y el evitar que se cometan errores en el proceso de configuración. Tenemos un motor de diagnóstico que indica al usuario si las políticas de seguridad que ha introducido se corresponden con aquello que tiene en su cabeza, si ha cometido errores, si hay redundancias... Hablamos de grandes infraestructuras de red y de datos que van de un lado para otro. La complejidad está en que cada fabricante usa un lenguaje diferente y propio y le ahorramos al cliente tener trabajadores especializados en cada uno de ellos. Nuestros clientes son grandes empresas, proveedores de infraestructuras de red físicas (hosting) o en la nube (cloud), proveedores de servicios de seguridad gestionados, data centers y empresas de telecomunicaciones. –¿En qué momento da el salto de la investigación a la empresa? –Se decide dar el paso en abril de 2011 por inquietudes personales y por ser la mejor manera de dar salida a la investigación aplicada que resolvía un problema que nos demandaban. La otra opción es la transferencia tecnológica, que no acaba de funcionar porque hay muchos casos en los que el encaje de lo que los investigadores tenemos en la cabeza con lo que tienen los clientes no termina de coincidir. Lo mejor es hacerlo como empresa y profesionalizarlo para que el investigador se dedique a lo suyo, porque la I+D es lanzar nuevas líneas y adaptarse a lo que el cliente necesita. –¿El problema es que ni unos ni otros ceden para entenderse? –El cliente sabe que tiene problemas que resolver pero no sabe cómo y los investigadores tienen soluciones pero no saben cómo hacer un producto y tampoco quieren moverse hacia ahí porque no es algo que premie la carrera investigadora y además supone salir de esa zona de confort que dan las paredes de un despacho. Muchas veces la universidad se ve por las empresas como una consultoría de bajo coste que asume productos de I+D que muchas veces no lo son. –¿Es un hándicap trabajar en este ámbito desde Andalucía? ¿Hay más facilidades fuera? –Sí que lo es. Andalucía no es un foco de innovación de producto, sino de empresas de consultoría y de software a medida que tienen en la administración a su principal cliente. Nosotros buscamos financiación dentro y fuera de España y fuera hay mucho más dinero y menos aversión al riesgo. Los inversores toleran un proyecto mucho más inmaduro. Aquí por contra lo primero que te piden es facturación y beneficio y eso es algo contra natura en la innovación, porque ésta suele cubrir una necesidad que aún no ha explotado en el mercado. No te pueden pedir resultados inmediatos en un proyecto de innovación y ocurre. –Pero el nivel de formación es alto ¿o no? –La formación es buena, pero hay muy pocas empresas de producto. Otro problema con el que nos hemos encontrado es que cuando lanzamos una oferta para contratar, de 200 o 300 candidatos que se presentan solo un 5% es apto para una entrevista. No hay formación especializada. Hay gente muy válida pero o no tienen experiencia o están oxidados y necesitan reciclarse porque no conocen las tecnologías que se usan hoy en el mercado. Hay perfiles especializados que no encontramos en Andalucía. Este año vamos a contratar a dos personas más, un desarrollador de software y un ingeniero de seguridad. –Ha ganado varios premios de emprendedores. ¿Abre puertas? –Siempre ayuda, pero los certámenes hay que saber elegirlos según el momento en el que esté la empresa. Más que el premio o la entrevista, que no dan retorno, importa la gente que conoces.

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