Local

Las 'guardianas del Gran Poder' preparan su despedida

Recibieron su visita como "una gracia del Señor". El 27 de abril, el Gran Poder llamaba a las puertas de la "humilde" casa de estas monjas para hospedarse por seis meses, tiempo durante el que las Capuchinas de Santa Rosalía han descubierto que el Señor de Sevilla tiene "un corazón que late". El viernes, el Gran Poder abandonará Santa Rosalía para volver a San Lorenzo. Foto: Paco Cazalla.
> Ver vídeo
> Ver Fotogalería

el 15 sep 2009 / 18:15 h.

TAGS:

Recibieron su visita como "una gracia del Señor". El 27 de abril, el Gran Poder llamaba a las puertas de la "humilde" casa de estas monjas para hospedarse por seis meses, tiempo durante el que las Capuchinas de Santa Rosalía han descubierto que el Señor de Sevilla tiene "un corazón que late".

"Mañana sentiremos que algo se muere en nosotras", subraya la abadesa del convento, María Dolores Otero, en la carta que firma abajo en representación de toda la comunidad. Ahora que el Señor del Gran Poder abandona Santa Rosalía para volver a su casa de San Lorenzo, una honda tristeza invade la clausura del convento de la calle Cardenal Spínola.

Después de tantos meses a su lado, despertándose cada madrugada con el privilegio de besar su talón, a estas diez religiosas se les hace difícil no soltar alguna lágrima en la despedida. "Se nos viene a la memoria el deseo de cantarle lo que el pueblo sevillano le cantó un día al Papa Juan Pablo II (de feliz memoria): Algo se muere en el alma cuando un amigo se va... El día 14 sentiremos que algo se muere en nosotras". Durante esta larga temporada de convivencia con el Señor, las hermanas, a través de la enrejada celosía del coro, han podido ser testigos silenciosos de la enorme fe con que se acerca el pueblo de Sevilla a sus plantas, cómo lo besan, cómo lo miran, cómo le rezan.

Y es que el Cristo del Gran Poder no es una talla muerta, sino "una imagen con un corazón que late, con unos ojos que ven y unos oídos que escuchan". Ahora, con su marcha, la vida interna del convento volverá de nuevo a la rutina anterior a su llegada. El Santísimo volverá de nuevo a exponerse de lunes a viernes en la iglesia, y el templo no será ya ese trajín continuo de fieles y devotos que venían a buscar su mirada. "Ya no lo vamos a mirar, no le vamos a tocar... Tendremos que cerrar los ojos para verlo en el Sagrario".

Hoy mismo, después de la misa que celebra la comunidad a las ocho de la mañana, las diez monjas que habitan el convento -seis españolas, una india, una mexicana y dos bolivianas- serán recibidas como hermanas de la corporación, luciendo orgullosas al pecho el cordón morado y la medalla de la cofradía.

En la hora de la despedida, sus humildes servidoras le piden al Señor que acreciente las vocaciones para que el convento de Santa Rosalía -con una media de edad de 65 años- pueda seguir en pie por mucho tiempo más.

Durante las últimas semanas, las monjas hacen un hueco en su vida diaria de rezos y oraciones para ensayar un canto de despedida al Señor que ha compuesto la hermana Leocadia. "Ha venido a visitarnos/ como padre y como amigo...".

Para estas monjas, que estando a pocos metros de San Lorenzo sólo conocían al Señor a través de fotografías, nada será ya igual. La inesperada visita del Gran Poder les ha dejado una honda huella. "Hemos visto que Sevilla es un pueblo de fe profunda". A partir de 2009, cuando el Señor vuelva a su casa cada Viernes Santo, las monjas romperán por un instante su clausura para asomarse al porche de la iglesia y saludar a quien un día fue su Huésped.

  • 1