Cultura

Las joyas tartésicas de la discordia, a la vista

El Tesoro del Carambolo se luce aún en el Arqueológico, pero su futuro enfrenta a las autoridades

el 25 dic 2009 / 16:50 h.

sevilla n Hasta el 28 de febrero continuará aún expuesta la exposición del Tesoro del Carambolo, una de las más esperadas del año, por cuanto tiene de histórica y por cuanto aclara nuestros fundamentos como sociedad.

 

A saber: El tesoro llevaba hasta el pasado 3 de octubre treinta años privado de su contemplación, celosamente guardado en la cámara acorazada de un banco; es la mayor joya arqueológica de la provincia de Sevilla; y su regreso ha supuesto también la pista de salida para la rehabilitación de un Museo Arqueológico de primera categoría en cuanto a sus fondos, pero en un penoso estado de conservación.

Así, 2009 se ha cerrado con unas excelentes noticias en el terreno patrimonial, aunque también, y a cuenta precisamente de la exposición futura del Carambolo, como un campo de batalla entre las diferentes administraciones que gestionan la cultura en Sevilla. Menos mal que con esta ampliación de fecha, la Junta y el Ayuntamiento, propietario del valioso tesoro, tendrán algo más de tiempo para ponerse de acuerdo sobre dónde depositarlo una vez finalizada la muestra temporal, puesto que el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, ha dejado claro que no volverá a la cámara de seguridad en la que ha permanecido varias décadas.

El problema es que el Arqueológico, territorio de la Junta, está en vías de iniciar su rehabilitación integral, lo que lo mantendrá en obras al menos tres años, por lo que el Tesoro del Carambolo, aunque lo desee así la Consejería de Cultura, no podrá depositarse en el museo hasta que no reabra.

Pero hasta ahí, porque las cuitas políticas no deben hacer perder ni un ápice de belleza a esta exposición que, además del conjunto completo del propio tesoro, muestra ánforas y cerámicas de barniz rojo fenicio expuestas en el Museo Arqueológico de Sevilla, las cerámicas de decoración geométrica del Carambolo, la bandeja del Gandul y la escultura de bronce de Astarté -divinidad a la que estaba dedicado el templo tartésico en cuyos restos fueron halladas todas las piezas-.

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