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Las librerías de Sevilla

Toda ciudad conserva recuerdos y vestigios de su pasado. Son lugares emblemáticos, símbolos representativos, monumentos significativos de su historia que materializan las realizaciones de sus clases gobernantes que en un momento determinado ostentaron el poder y rigieron su destino.

el 14 sep 2009 / 23:39 h.

Toda ciudad conserva recuerdos y vestigios de su pasado. Son lugares emblemáticos, símbolos representativos, monumentos significativos de su historia que materializan las realizaciones de sus clases gobernantes que en un momento determinado ostentaron el poder y rigieron su destino. Así, la burguesía conquistadora del siglo XIX levantó edificios, algunos majestuosos, dedicados a la música, al teatro, a la ópera que, además de punto de encuentro y exhibición de su poderío y riqueza, satisfacía sus inquietudes culturales. Pero hay otras manifestaciones de este tipo, más modestas, más sencillas y humildes, que también revelan el alma de una ciudad y su evolución a través del tiempo.

La realidad política, social, económica y cultural de una ciudad puede conocerse y seguirse a través de sus librerías. En este aspecto hay una graduación lógica. París, Roma, Buenos Aires? han tenido y de algún modo conservan librerías famosas no sólo por su extensión y riqueza bibliográfica, sino por haber sido cenáculos culturales y literarios, influyentes y determinantes de ideas y corrientes intelectuales extendidas después por todo el mundo. En un plano más modesto, las librerías de Sevilla han reflejado su realidad y los cambios experimentados en los últimos tiempos. A mediados de los años cincuenta, la "larga noche de piedra" de la dictadura franquista había convertido todo el país en un erial y la falta de libertad y la censura incrementaban la indigencia cultural hasta cotas insospechadas. Y lo mismo que ocurrió en otros campos de la cultura, como por ejemplo el cine, la ignorancia de los censores y la arbitrariedad de las autoridades originaron situaciones que hoy pueden parecer incompresibles. Así en una librería de la calle Sierpes se podía adquirir un poemario de Neruda, expuesto en su escaparate, con poesía sobre la Guerra Civil, donde se calificaba a Franco de "sapo iscariote".

Pero como ocurre siempre, las ansias de libertad y saber superaban las trabas y buscaban los medios adecuados para satisfacer las inquietudes culturales. Gracias a las editoriales argentinas, como Losada, Sudamericana, Sur y otras, llegaban los libros "prohibidos": las obras del exilio (Max Aub, Andújar, Ayala) la novela y el teatro de Camus y Sartre y después todas las publicaciones proscritas del Ruedo Ibérico sobre la historia de España, especialmente la República y la Guerra Civil. Eran libros que circulaban de forma clandestina, pero que alimentaban las ansias culturales e intelectuales de una juventud preocupada y rebelde.

Todas aquellas librerías sevillanas han seguido una trayectoria similar; en aquellos años eran negocios modestos, de carácter familiar, que combinaban, en mayor o menor medida, la venta de libros con la papelería y la imprenta. El despegue económico y la llegada de la democracia trajeron nuevos aires y aparecieron nuevas librerías como la Machado, abierta ya en los últimos años de la dictadura. Pero los nuevos tiempos de globalización y liberalismo a ultranza han significado el cierre y la desaparición de todas aquellas librerías ante la imposibilidad de competir con las grandes empresas del ramo o con las grandes superficies.

Antonio Ojeda Escobar es notario

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