Como en los chistes, el mercado del libro en Sevilla tiene una noticia mala y otra buena. La mala es que las ventas no paran de caer, suerte que comparte con tantos y tantos sectores de la economía española; la buena es que este bajón del consumo no ha supuesto una merma significativa para la población librera hispalense. Antes bien, son muy pocos los negocios de este tipo que han cerrado sus puertas en los últimos años, y varios los que se han abierto. Cómo explicar esta paradoja, qué esperanza de vida pueden tener tales proyectos, son interrogantes que pocos se atreven a responder con seguridad. La primera dificultad para ello es la inexistencia de un censo consensuado de librerías en Sevilla, y mucho menos uno que incluya a librerías-papelerías, librerías digitales y las dedicadas al libro antiguo y de ocasión. Y también están las franquicias Casa del Libro, Beta, así como las grandes superficies, desde El Corte Inglés a la FNAC, que por su estructura sufren de un modo particular la crisis. Pero todo es a tientas: no existen observatorios que preparen informes el del Pacto Andaluz por el Libro se considera obsoleto a nivel local, mucho menos en la provincia, donde también parecen estar arraigando con fuerza estos comercios. Pero todo el mundo se inclina por apagar la euforia y armarse de cautela. Para el secretario general de la Federación Andaluza de Librerías (FAL), Javier López Yáñez, no es que el negocio librero vaya bien, se encuentra en un momento delicado, en el que aparecen nuevos formatos y estilos de librerías. La situación económica afecta, y mucho, advierte. En esta situación compleja surge algo positivo: las librerías se hacen más activas y dinámicas. Sin datos definitivos, en los últimos años ha habido dos cierres muy lamentados, el de La Araña e Interbook, y varias aperturas que celebrar por los lectores: la Extravagante, Relatoras ambas mudadas recientemente a espacios más grandes, Un Gato en Bicicleta, Birlibirloque, Baobab, Ultranar, El Oso y su Libro... Y se consolidan propuestas como La Fuga. ¿Hay vacuna contra los contundentes datos ofrecidos en la última Feria Internacional del Libro Liber, donde se constató un retroceso en ventas desde hace ya diez años, y el gasto medio por persona en libros no de texto ha pasado, en solo un año, de 26,9 a 22,2 euros? Una clave es aprovechar las nuevas formas de comunicación internet y las redes sociales para conversar con los lectores y potenciar el contacto personal. También en ser mucho más que librerías, centros culturales con talleres de escritura, clubes de lectura, cuentacuentos y cualquier cosa que atraiga al público. Podríamos denominar Un gato en bicicleta como una librería al uso, o eso creíamos al principio, explican los responsables de este local de la calle Regina en su web. Pero esto se nos fue de las manos, quisimos exponer, tener galería, provocar a los viandantes, y jugar con la cultura. A día de hoy, quien entra ve libros, pero rápidamente se sumerge en nuestra vorágine cultural, añaden estos inquietos sevillanos, que actualmente programan en su espacio exposiciones, obras de teatro mínimo, presentaciones y un sinfín de iniciativas más. La estrategia de La Extravagante zona Alameda en principio parecía más bien la contraria: optar por la especialización, en este caso en literatura de viajes, aunque el cliente encontrará muchas otras cosas, desde mapas a poesía, revistas o libros infantiles. No obstante, se impuso la necesidad de cambiar de modelo económico. Lo explica Mayte Aragón, una de sus responsables: Lo crudo de este momento es que no solo vivimos la crisis económica, sino también la del sector editorial, que ejerce sobre nosotros una presión muy fuerte, comenta. Nosotros decidimos reciclarnos a través de la cooperativa, una forma de crear comunidad que nos ha permitido pasar de tres socios y un empleado a contar con el respaldo estable de 20 personas. Por otro lado, el micromecenazgo va a ejercer un papel de acelerador del cambio, porque o dábamos el salto a un nuevo modelo o nos hundíamos, confiesa. Entre los proyectos inmediatos de La Extravagante está la consolidación de la figura de socios consumidores, con una especie de tarifa plana que proporcione determinadas ventajas, explica Aragón, que suma todo esto a las ya conocidas actividades de teatro, música, cine y, si me apuras, de café. Pero no sabemos si esa vía nos agotará, porque es muy duro mantener una programación. Lo cierto es que en un plazo muy breve comenzará la campaña de Navidad, la temida criba que permite a las librerías seguir existiendo, o echar el cierre. APOYO A LAS LIBRERÍAS DE LA JUNTA. De un tiempo a esta parte, los profesionales del sector vienen hablando de un cambio de mentalidad en la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, que ha empezado a tomarse en serio lo de apoyar a las librerías de forma activa. Lo está haciendo el Centro Andaluz del Libro (CAL), programando actividades en ellas, y se han abierto las conversaciones con la Dirección General del Libro y el CAL para apoyos en modernización y en promoción y difusión en librerías. En palabras del director del CAL, Juan José Téllez, las librerías están, en estos momentos, en una encrucijada crítica. Forman parte de la industria cultural, y tienen por otro lado un aspecto muy importante de difusión cultural. Desde la administración tenemos ineludiblemente que apoyarlas, subraya.