La excepcional situación que ha vivido Barcelona en los últimos meses justificaba la intención del Gobierno de trasvasar el agua sobrante del Ebro hacia la comunidad catalana. Ahora que las lluvias están llenando los embalses, el minitrasvase deja de tener sentido.
Por esta causa, el Gobierno catalán decretará el fin de la situación de sequía el próximo martes. Ayer, los pantanos del sistema Ter-Llobregat, que son los que abastecen a Barcelona, superaban el 46,5%, pero la llegada de agua a los embalses se produce a un ritmo de un 2% diario.
Así, a mediados de semana los niveles habrán superado el 50% y habrá agua para más de un año. Transcurrido ese año, las desaladoras que ya están en proyecto constituirán la solución definitiva.
En esa situación, las restricciones, que impiden riegos y llenado de piscinas carecen de sentido y, por lo tanto, terminará el nivel de excepcionalidad II por sequía. La derogación del decreto de las restricciones comportará también que quede sin efecto el que preveía la construcción de la tubería.
Además, mantener el minitrasvase provocaría un enfrentamiento con Aragón y sería imposible explicarlo en Valencia y Murcia (ya que fue el Ejecutivo socialista el que derogó el trasvase del Ebro). La anulación oficial del decreto podría tener lugar el viernes que viene, en el próximo Consejo de Ministros.
Por su parte, el secretario de Estado de Medio Rural y Agua del Ministerio de Medio Ambiente, Josep Puxeu, dijo que "estamos cerca de salir" de la situación de emergencia.
Según confirmó, una vez hecha la evaluación de impacto de las lluvias, "se deberá tomar la decisión correspondiente de la pérdida de vigencia de ese decreto", algo que, según dijo, "no es tan complejo" de articular.
