Cofradías

"Las mujeres hemos sido excluidas mucho tiempo"

En 1987 fue una de las primeras mujeres en salir con su hermandad de nazarena.

el 29 mar 2010 / 18:17 h.

Hablar con Ana María Ruiz Copete es hablar de nombres y fechas. Se nota que es historiadora y que conoce San Esteban. Nada más pasar junto al Cristo de la ventana, en la fachada de la iglesia, comienza a hilar una anécdota con otra: "Aquí antes estaba el Cristo de la Salud de los Gitanos, a partir de 1868 al de la ventana se le llama también de la Salud". La calle que hay enfrente se llama Cristo del Buen Viaje por una petición de la hermandad en 1947, pero en el plano de Olavide de 1771 aparecía sólo como la calle del buen viaje.

"Como archivera de la hermandad he tenido que investigar mucho", ríe Ana. Su vínculo con San Esteban surgió dentro del grupo joven "el más antiguo de Sevilla" y sólo lamenta una cosa: "Ser mujer condiciona; hemos estado excluidas de la vida de la hermandad por prohibición arzobispal hasta 1987". Aún recuerda el día en que el diputado mayor del gobierno le dijo: "Ana, ya te puedes poner la túnica".

Y se la puso, pero porque tuvo la fortuna de poder coger prestada la de su hermano, que ese año salía de costalero. Así fue una de las 14 mujeres que por primera vez salieron de nazarenas en su hermandad. "Hoy hay una diferencia brutal, pero aquel día yo llegué a la iglesia temblando, porque no sabía qué recibimiento me iba a encontrar", recuerda. Nadie le dijo nada, incluso recuerda con cariño alguno de los abrazos que le dieron.

Fue precursora en San Esteban y ahora quiere serlo en El Silencio, que este año ha vuelto a denegarle la papeleta de sitio. Palacio ha admitido a trámite el recurso que ha presentado y espera poder vestir la túnica de ruán en 2011. Mientras, recuerda cómo veía hace más de 20 años cómo el público miraba en la calle a los pies tratando de identificar a las primeras nazarenas.

Ella salió en una vara en el estandarte y recuerda el temor a que todo se desmoronase en algún momento. No fue así y desde entonces vuelve a la calle cada año, con la misma túnica que le prestó su hermano. Sólo faltó a la cita un año que estaba embarazada de siete meses "y los dos años que no salimos por la lluvia".

¿Es la lluvia lo peor que puede pasar?: "No. Es triste, pero la hermandad es algo que se vive todos los días del año". Aunque reconoce que la estación de penitencia es dura, siente la necesidad de hacerla y espera ese momento especial: "Para mí es la entrada a la Catedral, donde yo hago la meditación".

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