El mundo empieza a hablar con voz de mujer. El reciente salto de Cristina Fernández a la presidencia argentina constató el avance de la mujer en la ardua conquista del poder. La revolución no ha llegado, pero puede que esté a un paso: el que puede dar EEUU si elige a Hillary Clinton.
Cuando las mujeres dominen el mundo era un documental de la cadena británica BBC, que predice que en 2020 el sexo femenino tomará las riendas del poder en la sociedad frente al hombre, que estará en declive. Doce años antes, la lenta pero constante revolución de las mujeres parece prepararse para un salto cualitativo: si Hillary Clinton, la que fuera otrora primera dama de la Casa Blanca durante ocho años, logra su apuesta de regresar como inquilina en noviembre de 2008, no sólo sería la duodécima integrante del selecto club de mujeres que gobiernan en el mundo, sino que dirigiría los destinos de la primera potencia mundial: EEUU.
Pero eso es ahora política-ficción. La gran realidad es que, recientemente, la senadora Cristina Fernández fue investida con todos los honores como presidenta de Argentina, con lo que se convierte en la primera mujer elegida por las urnas como jefa de Estado en ese país.
Fernández, que recibió la batuta de mando de manos de su esposo, Néstor Kirchner, refuerza la ola feminista que fue iniciada en el mes de enero de 2006 en América Latina por Michelle Bachelet, presidenta de Chile. Socialista, ama de casa y madre de tres hijos, Bachelet dejará siempre escrito su nombre por ser la primera mujer en llegar en unas elecciones a la cabeza de un país de América Latina.
Antes llegaron otras al poder, pero por motivos alejados del dictamen de los ciudadanos: Isabel Perón asumió el poder en Argentina por la muerte de su marido en 1973 y la boliviana Lidia Gueiler Tejada, elegida presidenta interina en 1979, son algunos de los casos del pasado, todos ellos circunstanciales.
La perseverancia de la mujer para llegar al poder se refleja en Pratibha Patil, que en julio la presidencia de India con 72 años. Un cargo similar lo ostentó antes Indira Gandhi, que fue primer ministro durante 15 años.
Gandhi forma parte de la primera generación de mujeres en el poder, junto a Golda Meir, Benazir Bhutto y Margaret Thatcher, que tenían un carácter con cierto toque masculino. Una de ellas, Benazir Bhutto, ha vuelto a la escena pública tras regresar a Pakistán, su país, para participar en las elecciones de enero.
En Europa, aunque Ségolène Royal fracasó en mayo pasado en su lucha por el Elíseo, si hay representación con la alemana Angela Merkel. Canciller desde 2005, está dejando su impronta en la política de la UE. Conservadora, divorciada y vuelta a casar, Merkel es, por segundo año, la mujer más poderosa del mundo, según la revista Forbes.
Además, son ahora jefas de Estado Mary McAleese (Irlanda), Tarja Halonen (Finlandia), Ellen Johnson Sirleaf (Liberia), Gloria Arroyo Macapagal (Filipinas) y Vaira Vike-Freiberga (Letonia). Completan el plantel las primeras ministras de Nueva Zelanda, Helen Clark, y de Mozambique, Luisa Diogo, así como la vicepresidenta suiza, Micheline Calmy-Rey, cuyo cargo es rotatorio.
Aún queda terreno por andar pese a que algunos, como el escritor Álvaro Mutis, piensen que "la mujer es siempre superior al hombre" porque es "dueña de la naturaleza del mundo".
