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Las obras que transformaron las Regiones Devastadas en Nuevo Amate

El mal estado de las 200 viviendas de Regiones Devastadas urgía una solución para sus vecinos. Su esfuerzo fue el que logró el desarrollo de un Plan Integral en el que la reconstrucción se articuló como la mejor fórmula para volver a vivir

el 27 ene 2011 / 18:34 h.

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Proyecto de las nuevas viviendas en la zona de Regiones Devastadas

Uno de los principales problemas que tuvo que afrontar el distrito con la llegada del nuevo siglo fue dar una solución a la situación ruinosa que atravesaban un gran número de viviendas en la zona. No era una cuestión casual, el paso de los años y, especialmente, la mala edificación de las viviendas había generado una situación insostenible para los vecinos, muchos en unas condiciones de vida que rozaban la infravivienda, y que tenía en la zona de Regiones Devastadas el principal exponente de esta situación de exclusión y marginalidad. Se hacía necesaria, por tanto, una solución de urgencia que acabara con esta problemática, y desde los organismos públicos se planteó una política de rehabilitación en la que la reconstrucción de viviendas se articuló como la única solución para garantizar a los vecinos unas condiciones mínimas de habitabilidad.

No era un proceso sencillo. La zona de Regiones Devastadas era el ejemplo más evidente de esta situación ruinosa, pero no el único que ocurría en el distrito. A pesar de ello, esta política urbanística comenzó con la rehabilitación de las 200 viviendas de la zona. Construidas hace más de 50 años, en plena posguerra, su nombre ya condicionaba la flagrante situación de habitabilidad de sus vecinos que, de unos años a esta parte había acabado por convertirse en insostenible. No se trataba ya de la mala conservación de los edificios, algo demasiado frecuente en muchas de las viviendas construidas por aquellos años, sino a que las reducidas dimensiones de sus pisos limitaban tanto la vida diaria de sus vecinos que, incluso, sus condiciones rozaban la calificación de infravivienda. Lo cierto es que en esas circunstancias, a todas luces inapropiadas, se antojaba muy complicado poder vivir en unas condiciones mínimas de bienestar acordes a los avances que la nueva década estaba generando en toda Sevilla.

Tocaba, por tanto, devolver a la zona el lustre que había ido perdiendo con el paso de los años. 200 viviendas se situaban en el horizonte de un proceso de reurbanización que estaba llamado a mejorar las condiciones de vida de las familias instaladas en la zona. Pero pronto se vio que la mejora que necesitaban estos edificios requeriría de un proceso más profundo en el que se recurriera al derrumbe de las viviendas para posteriormente ser reconstruidas en un tamaño más apropiado a las necesidades de los vecinos y con una estructura que garantizara la estabilidad de los edificios durante un largo periodo de tiempo.

Y como todo lo que ocurre en este distrito, el papel de los vecinos volvió a ser fundamental para lograr satisfacer una de sus más relevantes demandas. Los vecinos constituyeron la Plataforma Cívica ‘Tres Barrio Amate', formada por las distintas entidades sociales de la zona, que desde en el año 2004 comenzó a trabajar para dar solución a la situación de deterioro que sufría el barrio. De su unión surgió la puesta en marcha de un plan llamado a desarrollar en el distrito una serie de actuaciones en materia urbanística que, a medio y largo plazo, fueran capaces de transformar la realidad en la que se veían sumidos buen parte de sus barrios, abarcando en la medida de sus posibilidades a la mayoría de los sectores de la población afectados por esta situación de infravivienda. Concienciados todos de que la demolición de los bloques de Regiones Devastadas sería la mejor solución para acabar con la situación de sus vecinos, la plataforma creada a tal efecto y los organismos municipales estructuraron el proyecto en torno a un Plan Integral, nacido del impulso proyectado por los propios vecinos en los Presupuestos Participativos, y para el que se contó con algo más de 26 millones de euros. De este modo, a finales de 2009 comenzó la transformación de la zona con los derribos de los primeros bloques.

Nacía así una nueva realidad para los vecinos de Regiones Devastadas. Todo comenzaba a cambiar en la zona, hasta el nombre, que dejó a un lado su denominación para comenzar a ser llamado Nuevo Amate. Y es que con esta reconstrucción se generaba también entre los vecinos el espíritu de que una vida con mejoras condiciones de habitabilidad era ya más que posible. Con ese afán comenzó el sueño de este nuevo ecobarrio, cuya construcción estará basada en la búsqueda de la eficiencia energética. Serán cinco grandes bloques, diseñados en posición de abanico, que permitirán aprovechar al máximo la luz del día y los efectos positivos que ésta provoca en el medioambiente y en las condiciones de salubridad de las personas.

Los cinco edificios de Nuevo Amate representan para sus habitantes una puerta en el horizonte a las mejoras de sus condiciones de vida, a la ruptura con la marginalidad y la exclusión social que durante tantos años les ha azotado y a su integración en un distrito orientado hacia el futuro. 220 nuevas viviendas en las que a los residentes se les mantendrá el nivel de renta que pagan actualmente y cuyo tamaño rondará de media los 70 metros cuadrados. Junto a ellas nacerán grandes espacios públicos, zonas ajardinadas, lugares en los que fomentar el encuentro entre los vecinos de la zona, los mismos que verán como el derrumbe de sus viviendas puede llegar a cambiarles la vida.


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