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"Las películas de artes marciales ofrecen una imagen muy violenta"

Joaquín Francisco Gallardo es director de la Escuela de Artes Orientales ‘Ne Do Kwan'. Lleva 25 años centrado en un universo que sirve para bastante más que dar patadas al aire. Una filosofía de vida.

el 14 oct 2011 / 20:29 h.

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El maestro Joaquín Francisco Gallardo imparte su conocimiento en la Escuela ‘Ne Do Kwan’ (en la calle Cardenal Lluch).

Algo similar a una llamada interior. Eso debió sentir Joaquín Francisco Gallardo cuando hace ahora 25 años decidió abrir en Sevilla una escuela de artes orientales en una época en la que lo más asiático que se asimilaba eran los restaurantes chinos y las películas de karatecas. Hoy, cuando de su centro han salido numerosos campeones y reconocido por todos su carácter de pionero, el Maestro -como se refieren a él sus alumnos- reivindica comprender las artes marciales -y más específicamente el hapkido- desde una perspectiva ajena a la competición y a la violencia. Una filosofía de vida que se aplica de lunes a domingo.

-Si los eclesiásticos sienten la llamada de Dios, ¿usted sintió la de Bruce Lee?
-Así fue, en aquella época las películas de Bruce Lee causaban furor. Luego poco a poco el universo oriental fue calando en Occidente. En mi caso además dio la casualidad que en la asociación de vecinos del primer piso de protección oficial que pude comprar daban clases de taekwondo. Y a partir de ahí se desencadenó todo.

-Antes de que creara su propia academia, Ne Do Kwan, ¿cómo era el panorama?
-En Sevilla sólo había un gimnasio en el que poder aprender algo de todo esto. El taekwondo se popularizó después pero el boom no llegó hasta que se hizo deporte olímpico en 1992. Por aquel entonces ni soñaba pensando que de mi escuela iban a salir 13 campeones de España. Con el tiempo lo vi claro, estaba llamado a ser profesor, a enseñar estas artes, a actuar desde el banquillo.

-¿Qué le llevó a abandonar pronto el taekwondo y, en general, todo lo relacionado con el mundo de la competición?
-Durante años saqué adelante magníficos competidores pero, en el fondo, yo quería hacer y enseñar artes marciales no una disciplina olímpica. Hoy día el taekwondo ha perdido su esencia, es sólo un deporte. Te enseñan a pegarte con otra persona a cambio de una medalla. Eso me produce una enorme tristeza. Así que decidí abandonarlo y centrarme en el hapkido, un arte marcial moderno más completo que ningún otro conocido.

-Visto desde fuera... ¿cómo se decide una persona entre el taekwondo, el kárate, el hapkido o el judo?
-La necesidad es la que te lleva a elegir uno u otro. Pero sí hay que tener una cosa clara, el taekwondo y el kárate son deportes y aportan lo que todos. El hapkido es un sistema de crecimiento personal que, además, lleva acompañado un alto conocimiento de la defensa personal. Con la crisis aumenta la delincuencia y la necesidad de tener unos mínimos conocimientos de autoprotección. Cualquier padre querría que su hijo supiera algo de todo esto.

-Deducimos entonces que se puede llegar virgen a las artes marciales...
-Absolutamente. Siempre que lo que uno no pretenda sea convertirse en deportista de élite. En nuestras clases tenemos a niños de cinco años y a mayores de 67.

-¿Por qué todo esto viene de Oriente y no existe un arte marcial, pongamos por caso, sueca?
-Existir, existe. Cada civilización desarrolla su propio sistema de defensa personal. Aquí en España los bandoleros guerreaban a base de una manta y una navaja. Y en las islas está la técnica del palo canario. Otro tema es que no hayan calado tanto.

-¿El boxeo sería el hermano cutre de las artes marciales?
-Ciertamente la imagen de este deporte es muy dura. Pero también puede enseñarse correctamente si el profesor es bueno.

-Imagino que cada vez que Jean-Claude Van Damme estrena una película la caja de su escuela engorda...
-Siempre producen efecto, claro. Pero no me gustan las películas actuales porque la imagen que dan de todo esto es excesivamente agresiva. ¿Con qué ánimo viene a nosotros el niño que ha visto en el cine algo tan violento?

-¿Todo el mundo es apto para hacer volar patadas?
-No. Ni todos los aspirantes están preparados para aprender ni todos los maestros para enseñar. Yo doy una semana gratis siempre. Entre otras cosas porque necesito saber si puedo depositar en el otro esta enseñanza. Las artes marciales pueden ser como una pistola puesta en manos de un loco. No todos los maestros filtran, yo sí. Es mi deber moral.

-¿En el punto más alto del hapkido uno puede llegar a sentirse invencible?
-Somos seres humanos con nuestros límites. Un arte marcial puede darte seguridad pero no te hace invencible. Hay quienes recurren a este conocimiento para ocultar su inferioridad y mostrarse ante los demás superiores en apariencia por el sólo hecho de dominar una técnica concreta.

-¿Hombres y mujeres se interesan por igual en este tema?
-Siempre los hombres han sido mayoría pero el número de mujeres va en aumento. Especialmente porque, por desgracia, las mujeres suelen ser las agredidas. Y un hombre lo último que espera es que una mujer sepa defensa personal.

-¿El hecho de que su centro imparta también yoga o pilates se relaciona con las artes marciales o es algo así como un nuevo gancho comercial?
-Ne Do Kwan significa Escuela del Camino Interior. Buscamos disciplinas completas. Y todas las artes que enseñamos no son más que distintos caminos para llegar a la cima de la maestría. Unas y otras pueden ser complementarias: todos nuestros cinturones negros aprenden también reiki.

-Enseñan igualmente "consciencia corporal" y "gestalt". Con todos los respetos, ¿no teme que alguien les confunda con una herboristería new age?
-No escucho a quienes critican. No pierdo mi tiempo con ellos.

-¿La pasión por las artes marciales va ligada a la pasión por el mundo oriental?
-Son dos puntos de partida diferentes que pueden o no confluir en un mismo punto. Por ejemplo hay alumnos que llegan al hapkido porque siempre han sentido pasión por la caligrafía japonesa.

-¿No lamenta la escasa visibilidad de sus enseñanzas?
-Estoy en contra de las exhibiciones porque no reflejan el espíritu del arte marcial. La única competición es la superación personal diaria. Ningún practicante de estas artes debería tener necesidad alguna de aplauso. Yo he vivido el mundo de la competición y ahora tengo otra visión.

-¿Alguna vez ha tenido que poner en práctica su conocimiento para defenderse?
-En muy pocas ocasiones pero, probablemente, más de las que he deseado. Ojalá nunca hubiera tenido que emplearlas.

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