Cultura

Las realidades y los deseos de los personajes de Juan Rey

Trece historias, trece personajes con dos únicas cosas en común: todos anhelan una vida mejor y todos se llaman Mustafa. Éste es el sentido unitario de Nuestro amigo Mustafa (Calembé), el libro de relatos del sevillano Juan Rey.

el 16 sep 2009 / 01:05 h.

Trece historias, trece personajes con dos únicas cosas en común: todos anhelan una vida mejor y todos se llaman Mustafa. Éste es el sentido unitario de Nuestro amigo Mustafa (Calembé), el libro de relatos del sevillano Juan Rey que obtuvo el VI Premio Iberoamericano Cortes de Cádiz.

Rey, actualmente profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad hispalense, ha querido plasmar en este volumen "diez años de convivencia con marroquíes", desde que empezó a viajar con frecuencia al país vecino en el año 2000 y tomó la determinación de empezar a estudiar árabe. A partir del recurso literario del manuscrito encontrado por azar, y con algún guiño implícito a Cervantes, el sevillano va desarrollando ficciones en torno a la inmigración, aunque puntualiza que no tiene nada que ver con la literatura llamada social o comprometida.

"Para mí, esa literatura no existe, o bien toda literatura lo es", comenta el autor. "La literatura debe reflejar y estar atenta a lo que está pasando, pero yo definiría mis cuentos como fantásticos. Cada uno de ellos es un experimento, están escritos en técnicas diferentes. Uno parodia el buenismo de los europeos, otro el lenguaje científico, o el de las ONGs, o se ocupa de la telebasura. La sociedad se manifiesta de muchas maneras, y a mí me gusta jugar narrativamente con todas ellas", agrega.

Aunque se trata de historias muy diferentes entre sí, todas ellas aparecen, según el propio Juan Rey, "engarzadas, como las perlas de un collar", dice. "Los tenía así previstos desde el principio, sabía que el personaje central de todos iba a ser nuestro amigo Mustafa, tenía la primera historia y la última, pero no quería cerrar nada hasta que no las tuviera todas".

En su opinión, "una de las cosas que más me gusta de estos cuentos es que no son realistas ni mucho menos costumbristas, sino que ofrecen una visión de Marruecos muy diferente de las habituales. Ni orientalistas -esos que piensan en las alfombras, los camellos y las palmeras de las Mil y una noches, ni los que creen que allí sólo hay sinvergüenzas y ladrones. Mi mirada sobre ese país es más a ras del suelo", añade Juan Rey.

Periodista y escritor. La galería de personajes de Nuestro amigo Mustafa comprende a un ahogado que aparece en la terraza de un restaurante, un domador de serpientes que lo pierde todo por amabilidad, un campesino que observa las luces de España a través de una ventana, un limpiabotas que coincide en un café con un viejo escritor y una anciana desmemoriada, un adolescente que revive su naufragio en una clase de Arte, o una madre que encuentra la camisa de su hijo desaparecido en el mar.

También encontrará el lector la peripecia de un joven al que la informática le niega su identidad, un escayolista que es asesinado de cuatro disparos por una discusión de tráfico -y que a muchos recordará un suceso real aparecido en la prensa diaria-, un portero de discoteca que es confundido con un delincuente, un mutilado que es exhibido en un programa de telebasura, un superviviente de la Apocalipsis que delira en un hospital, un muchacho que muere de melancolía, y otro que decide convertirse en el guardián de los recuerdos, entre otros.

Juan Rey había publicado con anterioridad tres poemarios, Mágica metrópolis, Almanaque y Navegaciones & Naufragios. También obtuvo en 1991 el premio Andalucía de novela con su obra Un hombre cualquiera, y fue finalista en 2004 del premio Ateneo de Sevilla con su novela El manuscrito de Omnium Sanctorum.

Todo ello compaginado con su labor docente y sus estudios sobre comunicación, que Juan Rey entiende como un proceso en el que "está todo ordenadísimo. Hay períodos en que me dedico más a la investigación, y cuando estoy saturado me dedico más a la creación. Voy dando bandazos y cambiando de registro, pero confieso que ahora, que estoy de Bolonia hasta la coronilla, estoy pensando en dedicarme más a la escritura", apostilla.

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