La aceituna no sólo se come y, si no, que se lo pregunten a los marcheneros porque en su pueblo aún conservan un estilo de sevillanas propias de la campiña. De gran dificultad técnica, los movimientos de los brazos simbolizan la recogida de la aceituna y los pasos son, en su mayoría, saltados.
Las sevillanas marcheneras son la versión rural de las boleras y, probablemente, tuvieron su origen en los cantos de los jóvenes al terminar las jornadas de recogida de la aceituna, una actividad llevada a cabo cada año durante la época del verdeo.
En las boleras el baile es más fino, estilizado, con un ritmo más lento. Por el contrario, las marcheneras son saltadas, rápidas como las correleras y, además, hay que agacharse en todos los cambios de posición, simbolizando la recogida de la aceituna.
El atuendo propio para bailar estas sevillanas también es especial, una indumentaria campesina y de labranza. Las mujeres van con pololos, faldas, con el pelo recogido y cubierto con un pañuelo, a semejanza de la vida en el campo y con alpargatas de esparto en lugar de tacones. Se trata, de esta forma, de un traje que se parece más a los de la jota que a los tradicionales vestidos de flamenca de las sevillanas. Por su parte, los hombres también se atavían con este tipo de vestimenta labriega y con zapatillas de esparto.
Otra diferencia con respecto a las boleras reside en su cante. Son siete en lugar de cuatro, con letras que se refieren a la recogida de la aceituna, la feria, hombres galanteando a las mujeres cuando pasan por sus calles... En cuanto al estilo de baile, realizado con palillos, es muy parecido al de las boleras, aunque también hay que saltar y agacharse para representar la recogida en el verdeo, lo que se compagina con el movimiento de los brazos.
Un siglo después de su creación, su esencia ha cambiado poco, aunque ya apenas se bailan. Por ello, la asociación El Roete se encargó de recuperarlas y recopiló letras y trajes típicos del baile marchenero, para que no se perdiese en el tiempo.
Pese a su dificultad técnica, Ángeles Acedo, marchenera docente de flamenco y sevillanas con más de 20 años de experiencia y miembro de El Roete insiste en que "todos los marcheneros deberían, al menos, reconocerlas y valorarlas como el patrimonio cultural inmaterial que representan. Son lo más visible de nuestra localidad y deben perdurar. Conocer nuestras raíces y conservarlas con calor y cuidado nos invita a crecer mejor".