Cofradías

Las Siete Palabras celebra sus 150 aniversario con un paseo por Baños

La Virgen de la Cabeza lució la bambalina frontal bordada por Paleteiro siguiendo el diseño de Pepe Asián

el 16 abr 2014 / 23:46 h.

TAGS:

El misterio de las Siete Palabras durante el recorrido especial realizado con motivo del 150 aniversario de su primera salida. / José Luis Montero El misterio de las Siete Palabras durante el recorrido especial realizado con motivo del 150 aniversario de su primera salida. / José Luis Montero   MÁS FOTOS EN LA FOTOGALERÍA Dos nazarenos de las Sietes Palabras se sorprendían cuando, cerca de las 21 horas, llegaban a la parroquia de San Vicente y no había público. Cuando le refirieron que la cofradía había salido este año una hora y 20 minutos antes de lo habitual se echaron las manos a la cabeza. Debían ser los únicos despistados –al igual que algunos conductores que habían dejado los coches aparcados en la calle Baños y que se llevó la grúa por indicación de la Policía Local– porque desde un buen rato antes de que se abrieran las puertas del templo en la calle Cardenal Cisneros, los sevillanos habían tomado posiciones, muchos con sus sillitas, otros sentados en los bordillos de la acera, en el tramo de la calle San Vicente que enlaza con Baños, en Goles, en la Puerta Real y en toda la calle Alfonso XII, las nuevas calles que recorrió ayer esta cofradía para conmemorar el 150 aniversario de la primera salida del misterio. La excusa era pasar por la puerta del Conservatorio de Música, antiguo Convento del Carmen, del que salió por primera vez el paso que preside el Crucificado de las Siete Palabras. Un gran cartel colgado de la fachada del antiguo convento, justo entre las dos ventanas donde originalmente se encontraba la capilla que acogía a esta corporación, recordaba la efeméride y señalaba este punto estratégico por el que, sin embargo, el misterio que manda Pepe Luna pasó de largo y a golpe de tambor. El capataz mandó parar a sus hombres en la puerta actual del inmueble, donde recibió un ramo como ofrenda floral y donde la banda de cornetas y tambores Esencia comenzó a interpretar Expiración, la marcha que Alberto Escámez compuso en 1926. Y eso fue todo. El misterio, exornado con rosas moradas, lirios, cardos y flores de cera del mismo tono, continuó la ruta marcada, superando, con ciertas dificultades, la caída de esta calle de acceso al Centro. Mucho más emotiva había sido la salida. Las dimensiones de los tres pasos de la cofradía, demasiado ajustadas para esta puerta, obligaba a los costaleros a realizar un esfuerzo ímprobo que Pepe Luna intentaba aliviar. A la hora fijada, la nueva, las 19 horas, se abrieron las puertas del templo. Dos costaleros sacaron la pequeña rampa que ayuda a salvar el escalón de acceso a la parroquia y, cuando estuvo colocada, las hojas del gran portalón se abrieron de par en par. La nazarenita que llevaba de la mano el fiscal de cruz de guía, con el antifaz levantado, centró todas las miradas. A ellos les tocaba estrenar el recorrido. En el interior del templo, a la izquierda de la puerta, la representación con estandarte corporativo de Las Penas despedía a la hermandad. Nadie se había preocupado de encender los cirios de los dos candelabros de dos brazos cada uno que escoltaban la puerta. Y es que esta salida adelantada era a plena luz del día. Tras un pequeño parón para el que nadie tuvo explicación, el paso del Señor de la Divina Misericordia emprendió la salida. Exornado con rosas rojas, lirios, cardos, calas y flores de cera y acompañado por la Escolanía Salesiana María Auxiliadora, además de una capilla musical, sin dedicatoria, se levantó al cielo tras tres golpes de martillo. «Dos costeros por igual a tierra. Muy despacio, muy despacio. Tranquilos que estoy con ustedes», alentaba Luna a sus hombres. Superado el arco de medio punto, el Nazareno salió a la calle mostrando desnudas las dos cartelas traseras donde deberían lucir las dos águilas bicéfalas gemelas de las que lleva en la delantera. Recuerdo del robo que sufrió la corporación hace dos años en el almacén que tenían en la calle Medalla Milagrosa. Aunque Esencia es la banda que acompaña desde hace tres años al misterio de las Siete Palabras, la hermandad quiso que la Banda Municipal de Alcalá de Guadaíra le tocara ayer las primeras marchas, una dedicatoria musical por esos 150 años de su primera salida que supusieron el renacer de la corporación. De sus instrumentos brotaron los sones de Cristo de las Siete Palabras y Campanilleros, marchas dedicadas a este crucificado, que no escuchaba desde el último Santo Entierro Magno, en 2004. La Virgen de la Cabeza, exornada con claveles blancos en las jarras laterales y rosas de pitiminí en las delanteras, estrenaba ayer el bordado de la bambalina frontal. El taller de José Ramón Paleteiro se ha encargado de trasladar el diseño de Pepe Asián al terciopelo burdeos. La banda de Alcalá le dedicó Virgen de la Cabeza y Nuestra Señora de la Cabeza en la salida. Cuando los nazarenos despistados llegaron a la parroquia, la cruz de guía ya había retomado su itinerario tradicional por Alfonso XII, en su horario habitual.

  • 1