A Paco Chaparro le están lloviendo las críticas, y con razón, por el pobre manejo de la plantilla bética que está realizando en esta accidentada temporada, en la que el Betis arrancó como serio aspirante a ser uno de los equipos revelación del Campeonato, en el que, después de dos tercios cumplidos, se ha convertido en una de sus grandes decepciones. Los tres goles que le remontó el Mallorca el pasado domingo han sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de muchos béticos, que ya difícilmente le van a perdonar al veterano técnico otra espantá de su equipo, pues el cupo parece sobrepasado con lo de Son Moix.
Así que el domingo, contra Osasuna, el técnico bético se la juega, de eso no cabe la menor duda, y todo lo que no sea ganar a los navarros -a los que distanciaría en seis puntos más el goal-average- sería tanto como firmar el certificado de defunción del entrenador. Chaparro, de todos modos, parece tener siete vidas, como los gatos, y ya ha salvado varias finales como la que se avecina: cuando ganó 3-0 al Mallorca en la primera vuelta siendo colista, cuando lo hizo en Valladolid tras cuatro derrotas seguidas, o redimiéndose en el último derbi ante el Sevilla tras el varapalo copero, precisamente también ante el Mallorca. O al remontar un 0-2 frente al Villarreal tras el sonrojante 6-1 del Bernabéu. Para salvar el tipo Chaparro necesita ganar de una vez en casa, lo que no ocurre desde hace cuatro meses casi, demasiado para cualquier entrenador.