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Las sillas que esconde Educación

La delegación no oferta desde el principio todas las plazas que tiene.

el 06 jun 2010 / 18:27 h.

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Dos niñas saltan de silla en silla en su escuela.
Todos los años se hacen analogías entre el proceso de escolarización y algún juego de estrategia. Algunos lo comparan con el Estratego, otros dicen que se parece aun crucigrama y últimamente ha triunfado la referencia al sudoku. Todos esos símiles, claro, tienen el copyright de la Consejería de Educación, que los usa a menudo para expresar lo complejo de su función: meter a miles de niños en cientos de escuelas en tres meses.

A los padres, en cambio, se les ocurren otras comparaciones. En Sevilla han sobrado plazas. En casi todos los distritos quedan vacantes. En general ha habido menos alumnos matriculados que otros años. Y todo eso es cierto, pero no significa mucho para las familias. La sobredemanda en Sevilla se concentra en colegios concretos, no en barrios ni en distritos.

En Sevilla se han quedado más de 1.200 niños fuera de los colegios que sus padres habían elegido, la mayoría católicos concertados. Así que la lectura que estos padres suelen hacer de las cifras de escolarización es muy distinta a la que airea la Junta. Para ellos, el proceso de reparto de plazas se parece más al juego de la silla, en el que la mayoría logra asiento, pero siempre hay alguno que se queda de pie.

Con los años -dado que esto sucede siempre en los mismos centros concertados- las familias han desarrollado una asombrosa capacidad para movilizarse, constituir plataformas de padres afectados y presionar a la Junta hasta que termina por ceder.

La protesta unánime de estas familias es, posiblemente, uno de los movimientos asociativos que más se ha consolidado en la sociedad sevillana últimamente. Y no deja de ser sorprendente, aunque como movimiento social es bastante peculiar, porque no persiguen un objetivo colectivo sino unos intereses particulares. Razonables, pero particulares.

Cada una de estas familias mira por su hijo, busca plaza en un solo colegio y no aceptan ningún otro. Sabiendo esto, es fácil reconocer de qué colegios se trata, porque a sus puertas hacen campaña abogados y detectives que saben buscarle orificios a la escolarización para colar a sus hijos en la escuela.

La única bandera que une a estas familias es el derecho a la libre elección de centro. Un derecho tácito que existe, pero que fricciona al rozarse con una ley básica de la economía: la oferta y la demanda. No es que esos padres no tengan derecho a elegir el colegio de su hijo, es que ese derecho lo ostentan todas las familias de Sevilla al unísono. Lo cual nos devuelve al juego de la silla: siempre queda uno de pie.

Con todo, el juego que mejor describe la estrategia oculta de Educación para ajustar la demanda con la oferta de plazas es el póker. Cuando llega marzo, la Delegación Provincial de Sevilla tiene que sacar todas las plazas para niños de 3 años, pero no lo hace. No las saca todas, se queda algunas aulas vacías bajo la manga porque sabe que es mejor reservarlas para después, cuando acabe marzo y se cierre el plazo de solicitud.

"Si salgo de inicio con todas las plazas que tengo en Nervión, me entrarían niños con 0 puntos que no son del barrio, ni siquiera de zonas limítrofes", explica el delegado Jaime Mougan. La reserva de sillas se guardan justo para después.

Así se ajusta con la demanda real y se engaña a la demanda fantasma. La demanda fantasma, habitual en Casco Antiguo y Nervión, es la de esos niños sin puntos. Si piden plaza, la Junta está obligada a dársela. Pero buscan un colegio concreto y cuando la Junta les deriva al de al lado, los niños ya no se matriculan y la sobredemanda se evapora.

A pesar de todo, sería cínico decir que Educación no concierta todas las plazas que piden los padres para no colapsar el mercado educativo, y para evitar que se cierren los colegios públicos que se queden vacíos.

Hay una componente ideológica, claro, defendida por el Gobierno socialista andaluz, que tiene a gala preservar el equilibrio de la red escolar que existe en Andalucía desde hace 30 años: el 80% de colegios públicos y el 20% concertados.

Aún así, algo han conseguido las presiones de estas familias, porque progresivamente esa distantia entre la pública y la concertada en Sevilla capital se ha ido acortando -también por la falta de suelo para colegios en los barrios más céntricos y acomodados-, hasta llegar casi al 50-50%.

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