-¿A qué ritmo se trabaja en la oficina de la Bienal a sólo unos días para que dé comienzo?
-No se contabiliza el tiempo, el director del festival jondo más importante del mundo tiene que estar disponible las 24 horas de día. Y cuando vienen momentos de calma, llegan los viajes para promocionar la Bienal y establecer contactos en el exterior...
-Además de lo agotador que parece, cuando se programa un encuentro como éste se tiene que estar acostumbrado a recibir antes los palos y, luego, los elogios ¿no?
-Siempre será más fácil reseñar lo negativo que aplaudir lo positivo. Para mí las críticas sirven para que trabajemos con más ahínco, ahora bien, hay que saber contextualizarlas. Personalmente, me interesa más lo que dice de nosotros La Vanguardia o Le Figaró que una mala opinión en un medio sevillano. La Bienal no puede pararse en la batalla local, porque éste es un festival que se asoma al mundo entero.
-¿Es ésa vocación la que hace que en cada edición hayamás de un artista enrabietado por no aparecer en la programación?
-En los últimos 30 años los eventos flamencos más importantes se han producido en el marco de la Bienal, así que es lógico que todo el mundo quiera actuar aquí. Las tensiones que se generan son siempre positivas artísticamente, aunque también resultan complejas de gestionar. La Bienal es el acontecimiento flamenco más importante del mundo, y desde Sara Baras al más joven cantaor quieren estar aquí.
-¿Y cómo se relacionan los creadores con ustedes? ¿Se ha profesionalizado al fin el sector?
-Los contactos que se establecen dejan ver que se va normalizando la relación entre los programadores y los artistas. De todos modos todavía hay una inercia de gente a la que le cuesta manejarse en los despachos.
-Desde la atalaya que supone el despacho de la dirección de la Bienal y, en confianza, ¿no cree que durante el resto del año hay una saturación de flamenco?
-Al contrario, en Sevilla, hoy por hoy, hay déficit de flamenco. La potencia como marca de lo jondo es increíble y no existe otro festival en el mundo capaz de competir con nosotros en ese aspecto. Tanto es así que no somos capaces de responder a la enorme demanda internacional que generamos.
-Con la nave cada vez más grande, ¿qué objetivos se ha planteado alcanzar en esta edición?
-Fundamentalmente, consolidar los cambios que hemos introducido. Lograr un buen impacto en el sector turístico, lanzar la central de reservas propia, asentar el programa de actividades paralelas, enfocadas a la reflexión y la teoría y, pensando en taquilla, superar la cifra de 40.000 tickets vendidos.
-Algo habrá dejado para la edición de 2010...
-En efecto, tenemos el reto de futuro de ir dando forma al 'Off' de la Bienal. Con la entrada este año en el certamen de las peñas y las salas privadas vamos por el buen camino. También vamos a elaborar un mapa flamenco de Sevilla para dimensionar el sector en la ciudad, donde estará desde la tienda que vende castañuelas a las agencias de contratación.
-En ese marco del 'Off ', del festival paralelo, bien se puede encuadrar la actuación de Farruquito o el siempre mediático espectáculo de Joaquín Cortés...
-Así es. Ésa es la clave del 'Off', entender que todo lo que pasa alrededor de la Bienal es bueno para nosotros. Sucede que mientras que ocupamos el calendario, todos los artistas quieren estar de un modo u otro aquí. Por eso aplaudo a los promotores de artistas que lanzan sus propias ofertas. Ojalá dentro de 10 años la programación oficial sea más pequeña que la privada, como sucede por ejemplo en Edimburgo.
-Usted es gestor y programador de la Bienal. Cuando llegue el final, con los resultados sobre la mesa, ¿qué le dejará más satisfecho?
-Lo esencial es que todo lo que suceda en la ciudad entre el 10 de septiembre y el 11 de octubre sea positivo para Sevilla. La Bienal debe trascender la figura de un director. Lo importante es entender la magnitud del certamen, el único que moviliza a una ciudad y que consigue que en todos los espacios escénicos se ofrezca, al mismo tiempo, un único género.
-Hablando del público, ¿en qué aficionado piensa cuando elige y descarta un espectáculo?
-Siempre valoro a los públicos del flamenco, porque conseguir atender a todas las inquietudes no es fácil. No es lo mismo quien disfruta en el Hotel Triana que quien lo hace en el Teatro de laMaestranza, quien va al Central o quien prefiere el Lope de Vega. También hay que romper otromito, nuestro público de fuera, en ocasiones, está tan o más preparado que el que el aficionado local.
-Intentando abarcar toda esa heterogeneidad hay que entender las presencias, salpicadas en el programa, de músicos experimentales comoLlorenç Barber o rockeros como Alameda ¿no?
-Sí, pero en esta edición no hemos experimentado. Más que arriesgar hemos pretendido hacer un reconocimiento de la capacidad del flamenco para relacionarse con otros lenguajes.
-Supongo que a estas alturas el látigo de la ortodoxia le preocupará bien poco...
-Si hay un concepto que sea opuesto a lo jondo, ése es el de ortodoxia. Nunca tuvo futuro ese término, aireado en una época determinada por críticos que, sin tener conocimientos de música, pontificaban sobre cosas intangibles.
-Si lo invistieran con la túnica de vidente, ¿qué propuestas de esta edición están llamadas a escribir líneas en la historia del flamenco?
-Confío en todas y cada una de ellas. Ahora bien, si analizamos cuáles son las que luego suelen tener más recorrido e impacto sí puedo vaticinar que, en este momento, son las producciones que tienen un concepto más notable de espectáculo las que más gloria suelen cosechar.
-Ya hay tres obras que repetirán función. ¿Tiene en las siempre demandadas prórrogas un caballo de batalla?
-Hacemos lo que podemos, pero la capacidad económica que tenemos es limitada. Además, la Bienal destroza todos los calendarios laborales de los teatros de Sevilla, y todas las programaciones se retrasan a causa nuestra. Las entradas para Sara Baras, Andrés Marín y Rafaela Carrasco se agotaron rápidamente y hemos podido ampliar un día más con cada uno de ellos. Y hasta ahí podemos llegar.
-¿Ha pensado en sumar más soldados y efectivos a la travesía de la Bienal? ¿O por ahora se mueven con solvencia?
-Cualquier nuevo impulso sería positivo, por supuesto. Pero, a nivel económico hay que tener en cuenta que los proyectos no tienen un presupuesto ideal, son los presupuestos concretos los que generan proyectos ideales. En este sentido, la Bienal que tenemos es la mejor a la que podemos aspirar, y estoy orgulloso de las inmensas sinergías que este certamen crea con otras instituciones de la ciudad para su buen funcionamiento.
-Para quien llegue algo despistado al evento, ¿alguna pista para no perderse?
-Yo recomendaría una terapia de implosión, asomarse al menos al 50% de todo lo que propone la Bienal, de forma aleatoria. Y si hay que elegir más concretamente, diría que nadie se puede perder a los grandes maestros, porque contemplándoles se entienden cosas que, de otro modo, no se comprenderían.
-¿Ha echado ya a correr los duendes o, éstos, como las musas, acuden en cuanto perciben un trabajo bien hecho?
-Los duendes siempre aparecen cuando los esfuerzos han merecido la pena. Y créame si le digo que haymomentos en la Bienal en los que suceden cosas inusuales... oleadas de energía entre público y artistas difícilmente descriptibles