Diez años de Alcaldía no caben en una página. Ni se resumen en un titular de los que tanto obsesionaban a Monteseirín en sus primeros años como regidor, recién aterrizado desde la Diputación provincial, cuando devoraba los resúmenes de prensa que le preparaban sus colaboradores más cercanos.
Y además todavía hará falta tomar más distancia para evaluar una gestión tan controvertida como la suya y entender las razones por las que un gobierno que ambicionaba la transformación de la ciudad ha sido tan discutido, y no sólo por sus enemigos políticos, sino también por quienes han compartido afiliación en las filas socialistas.
¿Porqué sino este médico de 52 años y en excedencia de su puesto de inspector del SAS ha tenido tantos problemas? ¿Qué ha pasado para que cuente con tantos detractores y para que sus defensores hayan defendido su gestión de forma tan tibia? En casos como éste, el político en cuestión se suele defender alegando que no ha sabido comunicar todo lo bueno que ha hecho. Tal vez sea así, pero aquí han pesado más determinados errores de gestión y algunas irregularidades conocidas por todos. En especial tres de ellas, una por mandato: el desalojo de los chabolistas de Los Bermejales a golpe de billetes de 500 euros, las denuncias de facturas falsas en la Macarena y las investigaciones judiciales en torno a Mercasevilla.
Todos estos casos han tenido el denominador común de agrietar su imagen pública hasta excesos impensables y han coincidido, en el último mandato, con el correlativo ascenso en intención de voto de su máximo rival político, el popular Juan Ignacio Zoido. Una fórmula perfecta para ir pensando en el relevo.
Pero sería muy injusto cargar el análisis sólo sobre este aspecto. En todo este tiempo transcurrido, el alcalde, que ha gobernado con los andalucistas primero y luego con IU, ha fortalecido su capacidad de aguante. Ha demostrado que es un corredor de fondo y ha sabido resurgir después de momentos en los que se le discutía casi tanto como ahora. Y también ha demostrado una creatividad que luego, seguramente por cansancio, ha acabado desdibujándose con los años.
Ha emprendido el proceso de transformación dibujado en el nuevo PGOU; ha impulsado políticas como la de las peatonalizaciones o la de implantación de los carriles bici; se ha esmerado en la micropolítica de los planes de barrios, en la lucha contra el chabolismo, en la mejora del Polígono Sur y en muchos aspectos más que deberían equilibrar más la balanza de una gestión marcada por visiones demasiado maniqueas de la realidad.
ALGUNOS ACIERTOS...
Peatonalización de espacios públicos: La discusión sobre la gestión de algunos de los proyectos de peatonalización emprendidos en los últimos meses (Paseo del Cristina, San Jacinto...) no debe empañar una de las decisiones más valientes del equipo municipal de gobierno: ganar para el ciudadano espacios reservados antes al vehículo privado como la Avenida, San Fernando, la Alfalfa, la Plaza del Pan, Pescadería, El Salvador, la Alameda o San Lorenzo. Se podrán discutir aspectos estéticos, pero no la esencia.
Carriles bici y tranvía: Si hace cuatro años alguien hubiera dicho que Sevilla tendría 100 kilómetros de carriles bici hubiera sido tomado por un insensato. Ya los tiene. Y han sido aceptados y asumidos como propios por la mayoría de los sevillanos, incluidos los escépticos y quienes critican, a veces con razón, determinadas obras para su instalación. En cuanto al tranvía, si le despojamos de la improvisación con la que se está trabajando para su ampliación, muchos convendrán en su utilidad para descongestionar de tráfico el casco histórico.
Vivienda protegida: Emvisesa ha entregado casi cinco mil viviendas del Plan 2003/2007 y ha empezado las actuaciones previstas en el siguiente. Hacen falta más, pero se trata del ayuntamiento andaluz que más construye para atender la demanda ciudadana.
Planes de barrios: La micropolítica, la atención a los detalles, a la reurbanización de las barriadas. La cuantiosa inversión destinada a estos capítulos en los diez años de gobierno de Monteseirn ha revertido en el estado de los barrios. Se trata de partidas que se ven poco en los escaparates mediáticos, pero definen una política cercana y comprometida.
...Y ALGUNOS ERRORES
La crisis del Bazar España: La primera de las grandes crisis internas que tuvo que gestionar en sus diez años de Alcaldía. Su decisión de indemnizar a las víctimas de la caída del muro derivó en un enfrentamiento con sus entonces socios de gobierno del PA y acabó con la dimisión del concejal de Urbanismo, el andalucista Mariano Pérez de Ayala. El PA no aceptaba una indemnización que podría entenderse como la asunción de una responsabilidad política.
El desalojo de Los Bermejales: El 28 de de julio de 2004 las familias de chabolistas de Los Bermejales abandonaron el poblado a cambio de 42.000 euros en efectivo para cada una que les habría dado una inmobiliaria bajo la supervisión de la Gerencia de Urbanismo. No hubo medidas sociales de integración. Simple y pura transacción comercial. La mayoría de los agraciados acabaron en Las Tres Mil Viviendas, a donde trasladaron su conflictividad.
Las facturas falsas de la Macarena: El martes, el Tribunal Supremo certificó las penas de cárcel para José Marín, ex secretario del Distrito Macarena, y para José Pardo, contratista, por el supuesto pago de casi 6.000 euros a este último por una obra no ejecutada. Las demás denuncias quedaron en nada, pero se evidenció un descontrol administrativo inadmisible. El concejal José Antonio García dimitió de su cargo y posteriormente fue absuelto por los tribunales de las acusaciones que pesaban contra él.
Mercasevilla: Un puro despropósito. El Juzgado de Instrucción 6 investiga el supuesto cobro de una comisión ilegal a los empresarios de La Raza, el traspaso supuestamente fraudulento a Sando de los suelos de Mercasevilla y la denuncia de un empresario en la que hace constar que Manuel Marchena, ex gerente de Urbanismo, le había ofrecido hacer VPO a cambio de que rescindiera su derecho de superficie sobre los terrenos.
