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Las voces del silencio

Las pasadas elecciones al parlamento europeo han arrojado unos resultados de todos conocidos: la victoria del PP y el retroceso del PSOE. Como siempre, todos han buscado una explicación con la que quedarse satisfechos, y así se dice que la crisis económica ha castigado al partido en el gobierno, que ha sufrido el desgaste lógico de una situación que afecta a millones de españoles.

el 16 sep 2009 / 04:13 h.

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Las pasadas elecciones al parlamento europeo han arrojado unos resultados de todos conocidos: la victoria del PP y el retroceso del PSOE. Como siempre, todos han buscado una explicación con la que quedarse satisfechos, y así se dice que la crisis económica ha castigado al partido en el gobierno, que ha sufrido el desgaste lógico de una situación que afecta a millones de españoles. La oposición afirma que se ha producido un vuelco político, y que su líder se ha consolidado como una alternativa real. Todos contentos, todos tienen una buena explicación con la que justificar el veredicto de las urnas. Nada se dice de la abstención, que se da por buena, con el argumento de que Europa no concita la atención de los españoles de la misma manera que las elecciones internas. Como en este aspecto estamos en la media europea, todos parecen conformarse.

Sin entrar a valorar estas explicaciones, hay silencios en este proceso que conviene señalar. En primer lugar, llama la atención el silencio de los votantes del PP sobre los presuntos casos de corrupción que afectan a líderes de ese partido. Un silencio que ha hablado, por paradójico que pueda parecer, y muy alto en las dos Comunidades más concernidas con tales casos, Madrid y Valencia. Y llama la atención no solo la irrelevancia que tienen estos tipos de comportamientos para una parte de la ciudadanía, sino, y esto es más llamativo, el premio con que recompensan a un partido que se ha defendido de las imputaciones a sus afiliados acusando de persecución al gobierno, al fiscal general y al juez Garzón, en una peligrosa intoxicación institucional.

Pero hay muchas más voces, en este caso las de la abstención de aquéllos que han decidido no ejercer un derecho fundamental para la democracia. Ciertamente unas voces de difícil interpretación, dado la pasividad de sus titulares. Pero, aún a riesgo de equivocarnos, merece la pena intentar saber de ellas. Y en este punto se puede entender que algunas expresan el desánimo de muchos españoles por su situación económica y las duras condiciones en las que ésta les ha colocado. Pero no son todas las voces que se pueden oír, pues hay muchas que se refieren a los partidos de la izquierda, y muy especialmente al POSE, a los que ha abandonado su electorado en mayor medida. Son las voces de los que reclaman otro tipo de políticas, aquellas con la que se identifican ideológicamente, y que los responsables abandonan o cultivan con escasez en aras de unos intereses que no se acaban de comprender. Y este análisis puede extenderse al resto de Europa en la que los partidos socialistas han tenido un serio retroceso.

El gran problema de la izquierda es que ha perdido el norte ideológico, con lo que ha convertido el ejercicio de la política en una pura estrategia de supervivencia, en la que combina medidas sociales, cuando se puede, con otras que son "naturalmente" de derechas, y que se presentan como algo inevitable para conservar el poder, renunciando a hacer una cierta pedagogía para explicar el sentido global de su posición ideológica y la necesidad de coherencia de un discurso que coloca la igualdad de la ciudadanía en el centro de su acción política. Parece como si vivieran más pendientes de la presión mediática, de aquellos que no perdonan que hayan accedido al poder, de las reclamaciones y descalificaciones de los que nunca les van a votar, que de sus votantes que le dieron la legitimidad de las urnas.

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