Paul Lawrie, el escocés que saltó a la fama hace doce años por ganar un Open Británico infernal en Carnoustie, levitó ayer en El Parador de Málaga para ganar el Abierto de Andalucía en medio de un intenso y constante viento de levante.
Mucho sol pero, también, mucho viento hubo en este campo costero, el mismo aire en el que Lawrie, ya con 42 años, se forjó como golfista en Aberdeen, al norte de Escocia, y sobre el que siempre se manejó como pez en el agua.
Lawrie ganó su primer título europeo en el Abierto de Cataluña de 1996. El mistral fue entonces tan potente en el campo tarraconense de Bonmont que el torneo se redujo de cuatro a dos jornadas, y Lawrie, claro, se impuso.
En 1999 ganó con +6 el Open de Carnoustie. El viento convirtió aquel major en un infierno y su victoria se recuerda casi más por el colapso del francés Jean Van de Velde en el hoyo número 18. Lawrie fue capaz otra vez de vencer y, las ironías del destino, el damnificado Van de Velde es el 1.331 del mundo y el sábado acabó en el puesto 28 en los Internacionales de su país, en el Tour de Tercera división.
El Parador malagueño se conectó otra vez y sin pretenderlo con el Open Británico que tanto gusta a Miguel Ángel Jiménez, el promotor de este Abierto andaluz eliminado el viernes y que admitió que "este año los jaleos de la organización" le pasaron factura.
El surafricano Louis Oosthuizen ganó hace un año en Málaga y en julio se impuso, después, en el Open Británico.
Ayer fue un excampeón del grande británico quien recuperó la sensación de la victoria tras nueve años de sequía, con una tarjeta discreta, al par del campo (70 golpes), y un global de 12 abajo.
Lawrie tuvo como principales escollos para la ronda final al sueco Johan Edfords y al chileno Felipe Aguilar. Ambos acompañaron en el podio al golfista escocés, por ese orden. Edfords sólo acabó a un golpe de Lawrie, mientras que Aguilar se quedó a dos golpes de la cabeza. El escocés, en cambio, le costó de inicio adaptarse a las condiciones. Mientras volaban los sombreros de paja de Madrid Ryder 2018 regalados por la organización, Lawrie atravesaba los primeros nueve hoyos con tres bogeys.
Para el tramo final, Lawrie tiró del manual de golf contra el viento que aprendió de niño en Aberdeen. Logró cuatro birdies, tres consecutivos entre los hoyos 10 y 12, y afrontó ya sin rival la última recta pese a su triste remate con bogey.
El valenciano José Manuel Lara, que soportó las esperanzas españolas en la última ronda, arriesgó tanto en el último hoyo para cazar a Lawrie que envió la bola fuera de límites, al fondo del green, sobre una zona de prácticas. El doble bogey anotado por Lara le condenó al octavo puesto, terminando a cinco golpes de alcanzar el sueño de ganar en Málaga.