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¿Le gustan los toros a José Tomás?

La España inmarcesible vibra con el torero Tomás. La nervadura hispánica siente un placer cruento cuando la sangre del toro y del torero riegan el solar en donde el héroe hunde sus raíces atávicas, devolviéndonos a esa esencia primitiva de lo español.

el 15 sep 2009 / 09:55 h.

La España inmarcesible vibra con el torero Tomás. La nervadura hispánica siente un placer cruento cuando la sangre del toro y del torero riegan el solar en donde el héroe hunde sus raíces atávicas, devolviéndonos a esa esencia primitiva de lo español.

Todo muy racial. Todo muy rudimentario. Un hombre pone en vilo a una gente que tras las barreras le jalea empujándole hacia un territorio fronterizo entre la vida y la muerte. Es el gusto por el valor, el gusto por la muerte que le acecha. El gusto por una cosa tremenda que sobrecoge y nos aparta de la razón.

Los toros tienen de todo. La parte mejor es la estética del temple, del silencio, del paso lento, de la figura altiva que domina a la bestia sin movimientos bruscos, (puestos a buscarle estética al horror). Pero hay gente a la que le gusta la sangre, lo desmedido, la entereza del gladiador que disfruta demostrándose a sí mismo y a los espectadores que no le teme al animal.

Y lo hace en una ceremonia cruenta donde las haya, sobrecogiendo a quienes prefieren que muera el toro antes que el torero pero no descartan esta segunda opción. Los toros son una mezcla armoniosa de luz, de colores, de música, de encuentros en un coso circular que ni así iguala a la gente. Lo más desagradable es lo cruel de todo. Pero ese espectáculo del torero ensangrentado con su propia sangre y la del toro en una comunión ferozmente primitiva no sé si es toreo. A mí no me gusta y creo que a Tomás tampoco. Le gusta la muerte.

Abogado

crosadoc@gmail.com

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