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Leed, leed malditos

La librería 'El gusanito lector' invita al barrio a compartir sus textos favoritos en una jornada de lectura continua 

el 16 dic 2012 / 21:32 h.

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Anabel lee delante de su madre y de Alejandra, junto a un elocuente cartel.

Tan pronto unos versos de la Antología rota de León Felipe, como una versión breve de Ricitos de Oro. Un rato una lectura masculina, adulta y grave; y al siguiente la voz entrecortada de Anabel, una niña de 7 años con un resfriado que no la deja respirar. En un rincón de la librería, sentados en un taburete y con un micrófono de diadema, los lectores se van turnando para compartir sus pedazos de literatura favoritos y parecen tan ensimismados como si estuvieran en su propia casa.

"No había imaginado que la curiosidad fuera una de las celadas del amor...", lee Gabriel Martín con El amor en los tiempos del cólera de García Márquez entre las manos. "¡Mmmm! Se relamió Ricitos de Oro", pronuncia con énfasis Anabel. "En dos ocasiones no debería jugar el hombre. Cuando no tiene dinero y cuando lo tiene", extrae su madre de una antología de aforismos.

Una lectura continua en la propia librería fue la forma elegida por El gusanito lector, en la calle Feria, para celebrar el Día de la Lectura con sus clientes y, sobre todo, con los niños que asisten a sus cuentacuentos a partir de los tres años y entre los 11 y los 17 a su club de lectura, cuyo blog gestionan ellos mismos.

Los adultos y los niños se mezclan: los amantes de Crepúsculo y de Tengo pipí con los de la Poesía completa de Proust o Mujeres de Bukowski. Con dificultad por su pérdida de visión que la obliga a ir con perro guía, la periodista y escritora Susana Falcón lee textos propios. Mientras Lucrecia, "mamá de gemelas", desgrana un fragmento de Océano Mar de Alessandro Baricco, la librería se llena de gente que compra el periódico. Al rato se vacía, el murmullo se apaga y Lucrecia sigue leyendo sola. Un hombre que va a entrar se frena en seco en la puerta para no interrumpir y la librera, Esperanza Alcaide, tiene que salir a aclararle que la librería está funcionando, que la literatura es el telón de fondo.

Con el runrún a sus espaldas, Alcaide explica que los niños, al menos los de su club de lectura, se interesan igual por Dickens que por "los zombis" de la actual literatura infantil. Y recuerda las reflexiones de la última sesión: hablaron de las similitudes entre Sheldom, de The Bing Bang Theory, y Sherlock Holmes, "dos personajes muy inteligentes pero con una absoluta falta de empatía hacia los demás, que en el caso de Holmes trata de compensar la presencia de Watson".

Del hábito de leer, defiende ella, nacen los lectores. "Todo el mundo puede leer, pero hay distintas lecturas para distintos lectores", explica Alcaide. Y si los padres perseveran un poco, todos los niños se enganchan a los libros, asegura. La prueba es Alicia Pinto, miembro del club de lectura, que a sus 16 años ha escrito incluso varias obras que está presentando a concursos. Fue quien cerró la jornada de lectura, compartiendo sus propios textos.

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