El grupo argentino Les Luthiers, inclasificable amalgama de música y humor, regresa esta semana a Sevilla -hoy, mañana y el jueves, 21.00 horas- para presentar su montaje Las obras de ayer. El refrito en Fibes Palacio de Exposiciones y Congresos.
Les Luthiers celebran sus 40 años sobre los escenarios con Las obras de ayer, un espectáculo estrenado en Argentina en 2001, que desde entonces no ha cesado de depararles éxitos. Sólo en España, ha sido visto por más de 150.000 espectadores. No en vano, Les Luthiers llevan ya muchos años siendo un fenómeno en nuestro país, y llenan teatros allí donde van.
En Las obras de ayer desfilan desde clásicos de hace 25 años como Mastropiero que nunca hasta éxitos más recientes como Unen canto con humor y Todo por que rías, pasando por los momentos más cómicos de El reír de los cantares, Por humor al arte y Grandes hitos, entre otras piezas.
Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés y Daniel Rabinovich harán así un repaso de algunos de los momentos más hilarantes de su larga trayectoria valiéndose para ello de los característicos instrumentos que ellos mismos crean, de sus agudos guiones y de una puesta en escena en la que todos se revelan como consumados intérpretes y humoristas.
un hito. A comienzos de los años sesenta se desarrollaba en Argentina, y especialmente en Buenos Aires, una intensa actividad coral universitaria. En cada facultad del país existía un grupo coral integrado por jóvenes universitarios de diferentes disciplinas atraídos por la posibilidad de ensanchar sus horizontes musicales. Como prolongación de estos intereses era frecuente la realización de festivales intercorales en los cuales se presentaban actos paralelos de humor doméstico protagonizados por grupos formados en cada coro.
En septiembre de 1965, durante el Festival de Coros Universitarios realizado en la ciudad de Tucumán, integrantes de uno de los coros de la Universidad de Buenos Aires presentaron para los demás participantes un espectáculo de música y humor. Se trataba de divertir a la audiencia con la parodia de un muy formal concierto ofrecido por solistas, pequeño coro y conjunto orquestal integrado por instrumentos no convencionales que los mismos intérpretes habían construido con materiales caseros.
La originalidad de la propuesta, la universalidad del humor y el rigor evidenciado en la preparación del breve show fueron la causa de un eco inesperado: era el comienzo de una leyenda que dos años más tarde recibiría el definitivo nombre de Les Luthiers y acabaría dando la vuelta al mundo.