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Letras que alimentan

La Corza saca un libro sobre la historia del barrio escrito por un profesor de Primaria destinado en la zona. No se compra, se entrega a los vecinos a cambio de alimentos no perecederos.

el 28 feb 2014 / 23:30 h.

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El libro reproduce fotos antiguas del barrio que han aportado los vecinos, como ésta de un bar de hace décadas. El libro reproduce fotos antiguas del barrio que han aportado los vecinos, como ésta de un bar de hace décadas.

"Eran los años 70 cuando, al pasar por primera vez por la Carretera de Carmona, me atrajo la visión vario pinta de puertas, ventanas y persianas cuya policromía a la luz de aquel atardecer semejaba un encendido arco iris». Fue la impresión que tuvo José Pizarro Álvarez, «don José, el maestro» (1947-2012), diez años antes de aterrizar en La Corza como profesor de Primaria. Episodio que recrea en el arranque de su libro La Corza. Recuperar su identidad. Historia inacabada de un barrio, editado por el Distrito San Pablo-Santa Justa, a iniciativa de la asociación de vecinos León Felipe.

No lo encontrará en librerías ni tampoco en internet. Sólo se puede adquirir en la sede vecinal, eso sí, a cambio de un lote de alimentos no perecederos. Es la lectura solidaria que proponen estos sevillanos orgullosos de haberse criado a este lado de la Ronda del Tamarguillo. La primera edición –casi agotada y pendiente de una segunda– ha contado con 600 ejemplares. La recaudación ha sido bastante satisfactoria: se han superado los «2.000 kilos de alimentos», que han sido entregados a Cáritas Parroquial para que ésta los reparta entre las familias más necesitadas por la crisis.

En este proyecto vecinal don José, como lo siguen recordando, ha jugado un papel esencial, sobre todo, a la hora de recopilar en 147 páginas la historia de la barriada. A raíz de su muerte, en diciembre de 2012, nació en La Corza «un movimiento cultural alrededor de su figura y de los apuntes que había reunido en sus 14 años de docencia en el antiguo colegio Antonio Álvarez –hoy centro de educación especial Virgen de la Esperanza–». Fue así como desde la entidad vecinal se trabajó por sacar a la luz todos estos apuntes. Desde sus orígenes más remotos, como una de las muchas «barriadas chabolas» creadas con la Exposición del 29, hasta sus costumbres más singulares, como la velá de septiembre, la procesión del Cristo del Perdón en Cuaresma o la lucha para salvar La Corza del expediente de ruina que a punto estuvo de acabar con el vecindario.

Jesús Díaz, José Pizarro Merchán y Jaime Ruiz, en el acto de presentación del libro. Jesús Díaz, José Pizarro Merchán y Jaime Ruiz, en el acto de presentación del libro.

Precisamente, una de las tradiciones que forja la identidad de los corceños –la velá del mes de septiembre– fue la que dio la bienvenida al profesor en 1983 cuando entró «en una Plaza de Begí iluminada y engalanada». Fue entonces cuando, según su propio relato, comprendió que había llegado a un lugar digno de recoger en los libros, con avatares repletos de simbolismo.

Según explica el presidente vecinal, José Pizarro Merchán, la publicación tiene una primera parte dedicada a la historia de Sevilla en el siglo XX y a los orígenes del barrio. En ella el profesor hace una semblanza de la ciudad a principios de la pasada centuria apoyándose en documentos históricos y administrativos, como «el plano más antiguo levantado por Manuel y Alfonso Álvarez Benavides en 1884, en el que ya figuraba la zona como Huerta de La Corza». En este viaje al pasado más remoto, se cita por ejemplo la leyenda romántica que escuchó a uno de sus alumnos sobre la denominación de la barriada: «Me contó por boca de su abuelo que al ser ésta una zona de huertas con innumerables árboles, lagunas y animales, existía entre estos últimos una corza que se escapó [...] Tan querido era este animal en el entorno, que todo el mundo salió preguntando, ¿has visto a La Corza? Tanto se repitió que quedó grabado para siempre». Aunque su verdadero origen parece estar en el nombre del propietario de aquellas tierras: Juan Antonio Vicentelo de Leca y Corzo, «un comerciante de Indias, genovés como Colón».

Muchos corceños han podido conocer estos relatos, en su mayoría apodados con documentos y fotos en blanco y negro del barrio, así como la construcción de la actual barriada «a raíz de la Segunda República», como se expresa en una segunda parte de la obra. Es la época, como recuerda otro de sus vecinos, Rafael, con el texto en la mano, en la que se pasa de «chabolas» a «unos grupos de serie de casa baratas» proyectadas por el arquitecto Aurelio Gómez Millán. De aquella época sólo se conserva la parroquia de Nuestra Señora del Reposo en alusión a la devoción de Valverde del Camino, municipio de donde era natural el primer párroco.

Los más mayores aún lo recuerdan aquellas primeras conquistas que difunde el libro. Como la llegada del agua corriente a las casas en 1970 o aquel 28 de febrero de hace ahora 30 años, cuando se puso la primera piedra de la nueva urbanización de la barriada en la emblemática plaza del Bejí.

En conmemoración de aquello ayer se celebró en la plaza del barrio una fiesta con diversas actividades, como un desayuno andaluz «con aceite y chocolate» e izada de la bandera incorporada, talleres de globoflexia, de teatro, juegos y música. Actividades en las que sobrevoló la figura del don José el maestro y su legado impreso en blanco y negro. Pasado que ahora actualizan desde esta asociación vecinal con actividades con los más jóvenes. Es el caso, por ejemplo, de la exposición al aire libre que sobre obras basadas en once creaciones de Dalí tuvo lugar ayer en los jardines de la parroquia. La iniciativa contó con la colaboración de la Escuela de Artes y Artesanía Della Robbia, de Gelves, que trajo el trabajo de los alumnos del curso de ebanistería. «Queremos plantar Cultura en estos jardines e incidir en el proyecto cultural La Corza, auspiciado tras el fallecimiento de don José», concluyó el representante vecinal, quien confesó su interés por seguir con nueva ediciones del libro o bien apostar por canalizar toda esa información en otros soportes como internet. Eso sí, siempre con un fin solidario.

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