Alguien dijo que el hombre es el único animal que tropieza dos veces sobre la misma piedra. En el Betis va camino de convertirse en leyenda esta natural predisposición para improvisar, sacar conejos de la chistera y epatar al respetable y sufrido aficionado verdiblanco.
Los primeros ecos de este inicio de temporada hablan de que la vida sigue igual, que si más de lo mismo. Volvemos a padecer las penurias y las fatiguitas que han caracterizado los inicios de las últimas cuatro temporadas.
Se repite la misma historia, con las mismas prisas de toreros malos, los sempiternos problemas con los agentes y los intermediarios, los regateos de última hora, las bombas del verano, los bomberos-toreros y la madre que los parió.
Estamos condenados a sufrir hasta el final. Yo quiero resistirme a pensar así, pero las circunstancias que rodean a este Betis y esa tendencia a resolver lo que sea cuando suena el silbato me hacen ser algo descreído. Lo dicho. Sólo el Betis es capaz de tropezarse tropecientas veces sobre la misma piedra.
Periodista
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