Tras una semana de secuestro en las montañas al norte de Somalia, la médica española Mercedes García y la enfermera argentina Pilar Bauza volvieron a vivir en libertad. Los raptores pedían 170.000 euros por el rescate. Pero ni el Gobierno español ni el argentino efectuaron pago alguno.
Las dos cooperantes de Médicos Sin Fronteras fueron apresadas por una banda de delincuentes el 26 de diciembre. Con rostros cansados, se presentaron ante los periodistas sin hacer declaraciones y arropados por altos funcionarios del Gobierno regional de Puntlandia y diplomáticos que seguieron de cerca la negociación.
La imagen se produjo en un hotel de Bosaso, donde llegaron las dos mujeres tras su liberación. Y es que la ciudad somalí era un hervidero de rumores, que apuntaban a un desenlace feliz al secuestro. La liberación se dio a conocer a través del ministro de Comercio de Somalia, Abdisamad Yusuf Mohamed, y poco después fue confirmado por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que anunció que el traslado a España de las dos cooperantes se producirá hoy.
Sin pagos. Ni el Gobierno español ni el argentino han pagado rescate alguno por la liberación de las dos cooperantes. Moratinos, y su homólogo argentino, Jorge Taiana, negaron cualquier tipo de pago por la puesta en libertad de las mujeres. Moratinos explicó que los responsables del secuestro buscaban "el protagonismo social y político" en Somalia. Además, destacó que pudo hablar por teléfono con Mercedes García, que le expresó su intención de volver a Somalia después de que visite a su hermano y a su cuñada en León.
Precisamente, las campanas de la iglesia de Cuadros (León), del que es vecina García, sonaron ayer como muestra de alegría del municipio por su liberación y la de su compañera argentina. Uno de los artífices del feliz desenlace, el embajador de España en Kenia, Nicolás Martín Cinto, corroboró las palabras de Moratinos al asegurar que no se había abonado el rescate exigido.
La liberación de las dos cooperantes secuestradas hace siete días en la región de Puntlandia puso fin a una semana de incertidumbre sobre su salud y la pretensión de los secuestradores. Las cooperantes fueron raptadas el 26 de diciembre por un grupo armado cuando iban al campo de refugiados de Bosaso. Desde ahí, fueron trasladadas a una zona montañosa al norte del país.
Ese mismo día, dos de los seis secuestradores se entregaron a la Policía, mientras que los cuatro restantes exigían que se respetasen sus vidas y no ser procesados. Cuarenta y ocho horas después las emisoras de radio locales recibieron una carta en la que pedían un rescate de 170.000 euros.
Desde ese día, nada hacía sospechar que el secuestro tendría un desenlace tan rápido y feliz para las cooperantes, que descansan en un hotel de Bosaso.
