Para el mundo del arte, Coca-cola es algo más que un refresco que se vende en latas con nombres propios y casa bien con algunos licores. Desde hace dos décadas, la fundación que lleva este nombre viene dando forma a una colección de arte que ha crecido paralelamente al desarrollo de la plástica española en el tránsito del siglo XX al XXI. Ahora, el Casino de la Exposición acoge una significativa muestra procedente de dichos fondos, que abarcan todas las disciplinas pintura, fotografía, instalaciones y vídeo bajo el título Itinerarios de una colección, y en la que los artistas andaluces tienen una representación más que destacada. En la presentación a la prensa que tuvo lugar ayer, varios de estos nombres accedieron a comentar sus obras. Algunos de ellos, como la sevillana Pilar Albarracín, empezaba a despuntar cuando se creó la colección Coca-cola, y hoy es una figura de gran proyección internacional. Necesitamos el apoyo de proyectos como este para seguir haciendo nuestro trabajo, comentaba junto a su pieza Untitled, donde aparece ella misma rodeada de aves. A su lado, una obra deDaniel Canogar realizada con cintas de casette habla de la caducidad de los objetos de consumo. Y un poco más adelante, otra de Isidro Blasco, una de sus características instalaciones realizadas a partir de fotrografías, refleja la fragmentariedad del paisaje cotidiano. Con esta obra nos interesaba investigar sobre el tema del doble y sobre la identidad, explicaban los gemelos gaditanos MP & MP junto a su propuesta, una figura articulada, realizada en tela, que sestea a notable altura, en precario equilibrio, sobre dos listones de madera. Por su parte, Jorge Yeregui, santanderino afincado en la capital hispalense, reflexiona en La isla Derborence de su serie Paisajes Mínimos sobre el valor simbólico de la naturaleza en las ciudades, ahora que la crisis ha hecho olvidar conceptos como sostenibilidad. Como se ve, tanto las técnicas como las motivaciones de las distintas obras expuestas se reúnen bajo el signo de la diversidad. Desde la Alemania delMuro que conoció el malogrado Chema Alvargonzález a la reinterpretación de los iconos mediáticos que propone el malagueño Rogelio López Cuenca, del cuestionamiento de los paraísos femeninos de Carmela García a la solidaridad expresada a través del círculo de muletas de Pepe Espaliú, en la selección realizada hay múltiples ideas que exigen del espectador desterrar las lecturas más convencionales y elementales y abrirse a los vientos a menudo chocantes o desconcertantes para el profano de la vanguardia. Junto a pinturas de gran formato como las de Abraham Lacalle, José Pedro Croft y NavarroBaldeweg, encontramos un trabajo fotográfico de Dionisio González, perteneciente a su serie Las horas claras, que no figuraba en la muestra que acogió en su día el propio Casino de la Exposición. Es un intento de restituir arquitecturas proyectadas por grandes maestros y nunca realizadas, en este caso en Venecia, con bastante carga de provocación, señala. Mientras José María Baez explicaba una obra de su antigua producción en la que solía organizar textos más o menos clásicos sobre fondos diversos, con disposiciones atrevidas, Curro González comentaba La batalla de los cuadros, óleo de 1996 cercano a la abstracción que sugiere una suerte de derribo, en medio del cual destaca la imagen de la sala central del Museo del Prado. Fotografías de Manolo Bautista, Joao Penalva o Dora García, pintura de Miki Leal, Victoria Civera o Rubén Guerrero, son otras de las muchas y variadas propuestas que, bajo el cuidado de la comisaria Lorena Martínez de Corral, integran estos Itinerarios de una colección. Cabe recordar que la Fundación Coca-cola, que ya visitó Sevilla en 2004, con motivo de la Bienal de Arte Contemporáneo (BIACS), mantendrá la exposición del Casino abierta al público hasta el próximo 2 de marzo.