"¿Las más peligrosas? Las abuelas, sin duda", confirma Ignacio Martínez, presidente de Raid Solidario. "Las abuelas subestiman el peligro, son temerarias; se te tiran delante de las ruedas, diciéndose que cómo se va a quedar un caramelo ahí, sin coger. Y lo cogen. Hasta que no se ve la rueda encima no se quita, la abuela." El factótum de esta asociación de amigos dedicados a recorrer el Magreb en sus todoterrenos por amor al motor, a los viajes y a la solidaridad (llevan sus coches cargados de ayuda humanitaria), tiene claro que hay algo más tremendo, complicado, espeluznante y a la vez maravilloso que saltar con el vehículo sobre las dunas del Sáhara o que sortear in extremis las angosturas de un desfiladero: lograr que la Cabalgata del Ateneo pase por ahí, por el itinerario que tiene marcado, con esas apreturas de gente que parece que va a hacer falta que aparezca por ahí Charlton Heston con el cayado y las barbas y aparte a las muchedumbres como quien abre las aguas, para que pase la comitiva aunque sea por los pelos. Que quepa, en resumen, por esos vericuetos cuajados de gente dispuesta a jugarse las falanges por un sugus pisoteado y a destrozarle el esternón al vecino por un peluchito así de chico.
"Hay sitios, como la Alameda, donde lo mismo tiene uno que hacer maniobras", dice. "Es agotador, pero se pasan momentos muy felices." En esa combinación de dificultad y felicidad son expertos los miembros de Raid Solidario, una entidad nacida hace seis años (fruto de la amistad, el interés común por los 4x4 y el afán por ayudar) y que desde entonces se ha especializado en transportar ayuda humanitaria a larga distancia por terrenos de gran dificultad en los territorios de Marruecos, Sáhara Occidental, Mauritania, Senegal y Malí. Pero lo mismo puede pasar que, estando en plena descarga de ordenadores en el colegio salesiano de Bamako, se caiga de pronto por allí un caramelo pegajoso que sabe Dios de dónde ha salido. "Es impresionante. Y además, me lo dicen todos lo que han participado en la Cabalgata: que no hay forma de que desaparezcan los caramelos durante meses. Uno que iba a Jerez de vuelta me dijo que se llevó todo el camino soltando caramelos. Y si no, los papelitos. Da igual lo mucho que se lave el coche, que a los diez meses aparecerá un caramelo por alguna parte. Se meten en las rendijas, en las ruedas..."
"Nada de esta vivencia tan hermosa sería posible para nosotros si no contáramos con la colaboración del club Híspalis 4x4", quiere destacar Martínez, "que se mueven para buscar vehículos y gente que nos eche una mano". He ahí la gracia del asunto, echar una mano: un deporte que a decir verdad se practica lo justo entre la feligresía (comme ci, comme ça, que diría un francés). De modo que cabría tomar ejemplo de Ignacio Martínez, sin ir más lejos, quien gracias a su afición no solo ha logrado pasearse a sus anchas por el embriagador y casi legendario País Dogón en calidad de viajero y amante de la aventura, sino que también ha entregado en el Sáhara ocupado, junto con sus colegas, 14.000 pañales, 600 kilos de leche en polvo y hasta el camión que los cargaba.
Mañana los verá, pues, tirando del carro (literalmente). Si le pican las ganas de sumarse a su aventura vital, tanto en materia cabalgatera como africana, sepa que para ser de la asociación solo se precisa ser adulto y tener un 4x4 en condiciones, amén de los depósitos de solidaridad bien repletos de combustible. Entre en su página web, www.raidsolidario.com, y allí verá cómo contactar. Un gran regalo de Reyes para usted y para el prójimo.