El jueves se inaugura en los jardines del Prado de San Sebastián la última versión de una fiesta que comenzó siendo poco más que un alegre mercadillo veraniego a tanto la entrada, con algo de música en vivo y bastante espachurramiento, y que ahora, al cumplir 17 ediciones, viene con otros aires y la disposición de retomar el espíritu de la Expo 92 (tranquilos: no harán más puentes del Centenario): el Festival de las Naciones. Mire arriba y diga si ese pedazo de portada, hecha por todo un maestro fallero, no le abre el apetito de ir y de gastarse un potosí en idolitos mesoamericanos de palo, al ritmo de la salsa y el merengue.
Alto y guarde todavía un ratito la cartera (ese antiguo utensilio familiar que servía para guardar esa cosa... ¿cómo se llamaba? Ah, sí: dinero), que esto no termina aquí. Según prometen los organizadores, este año el protagonismo va a estar en los espectáculos y en la gastronomía. Empezando por lo último, y para que nadie se pelee: bebida y tapa, tres euros el lote así le dé por probar el agridulce salserío alemán, el kushari egipcio, los incendios forestales de esófago mexicanos y el plato típico de Rusia (¿la ensaladilla?). Por cierto, hablando de Rusia: este país se agrega como novedad al festival de este año, junto con Estados Unidos, Japón e India. Teniendo en cuenta que va a poder hincarle el diente a 23 conceptos nacionales de cocina, el precio de reventar por los aires se fija en 69 euros, a tapa y bebida por país participante, hasta que el estómago salga bailando un improvisado kasachok en honor de los nuevos miembros del Este.
Las actuaciones son el otro refuerzo, especialmente para quienes hayan puesto a su hija, de nombre, Broadway: quince musicales para los sábados y domingos, entre ellos Bollywood, Cabaret, ABBA, Grease, West Side Story y Dirty Dancing. Atentos al musical titulado Esto es África ‘Waca Waca', anunciado para octubre. Si se lo cuenta a los niños, está perdido. Pero más perdido estará si le dice a la abuela que el 24 de septiembre actúan Los Panchos con mariachis.
Lo bueno es que la entrada es libre y gratuita. Pero claro, si mira usted el plano antes de acceder al recinto, verá que se trata de una larga superficie rectangular donde el escenario está justo en el extremo opuesto de la entrada, lo cual significa que hay que atravesar primero los tenderetes de artesanía internacional y productos típicos, la galería de arte y los bares y restaurantes internacionales. Pero bueno, es bastante probable que nadie se haya arruinado por haberse tomado dos tapitas en el Festival de las Nacional. Eso sería que venía ya arruinado de antes.
Más grande, más completo, más moderno, dicen de su obra los organizadores, que presumen de la coctelería de dos plantas con terraza panorámica, de los talleres de cocinas del mundo, de ese colmo del refinamiento que será una estatua de chocolate de tres metros (la tallará Guillermo Xiu durante el festival) y, cómo no, de esa portada de Enrique Burriel donde se combinan el Cristo Redentor, la Estatua de la Libertad, los moais, la Giralda... También presumen del aspecto solidario de algunos de sus contenidos. O de todos, porque comer ensaladilla rusa (pero rusa-rusa) oyendo a Los Panchos también puede ser una forma de solidaridad.
De utilidad:
Qué: XVII Festival de las Naciones.
Cuándo: 16-30 de septiembre.
Dónde: Jardines del Prado de San Sebastián, frente a la Universidad.
Cuánto: Entrada gratuita.
Horario: De lunes a miércoles, de 11 a 14 y de 17 a 23 horas. Los jueves, de 11 a 14 y de 17 a 24 horas. Los viernes, sábados y vísperas de festivos, de 11 a 15 y de 17 a 24 horas. Los domingos, de 11 a 23 horas.
