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“Llegué en 2001 y en 15 días tuve trabajo; tras dos años en paro no puedo aguantar”

Edison Elías Loy. Ecuador

el 15 dic 2013 / 23:18 h.

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Vino a Sevilla en 2001 procedente de Ecuador –donde trabajaba en el comercio y la construcción pero sin nada fijo y con pocas perspectivas– “y a los 15 días de llegar encontré trabajo y cobrando más que allí”. Tras un breve paso por el sector del ladrillo y jornadas esporádicas en campañas agrícolas, la mayor parte del tiempo trabajó para una empresa de mantenimiento de parques y jardines. Eso sí, con contratos interrumpidos, de ahí que haya comprado el subsidio de desempleo intermitentemente. En sus momentos de mayor estabilidad, su sueldo medio rondaba los 900 euros y, con su pareja –también extranjera aunque no ecuatoriana– se metió en la hipoteca de un piso, aunque cuando comenzaron los agobios negociaron con el banco la dación en pago. “No nos pusieron problemas porque lo teníamos todo al día, se quedaron con el piso y no nos quedó deuda”. Lleva dos años en un piso de alquiler cuya renta sostiene su compañera, ya que en este tiempo no ha tenido ingresos estables más allá de las “chapuzas” de “gente que conozco que me llama para que le pinte un piso o algo” y algunas peonadas en campañas agrícolas como la recogida de la naranja. Pero la situación le resulta ya insostenible porque “apenas trabajo un día o dos al mes y ya no se puede aguantar más”. Hacía tiempo que se había planteado volver pero le retenía la necesidad de costear los “caros” cuidados sanitarios y medicinas de su madre, en Ecuador, enferma hepática a la espera de un trasplante de riñón que nunca llegó, por lo que falleció este verano. La muerte de su madre le ha dado el último empujón para volver a su país, pese a que tiene tarjeta de residencia en vigor hasta finales de 2015, consciente de que a sus 40 años y cuando “no hay trabajo ni para los jóvenes de aquí”, sus posibilidades no van a mejorar. También le anima el hecho de que sus compatriotas le dicen que en Ecuador “la situación ha mejorado, hay un sueldo mínimo de 400 euros y aquí no hago nada, solo comerme el coco, salir a la calle a buscar trabajo, echar currículos y no sale nada. Ya me cansé de estar fuera de mi tierra”. En Ecuador le espera una casa que se ha ido construyendo con los ahorros que ha ido mandado en un terreno que tenía y afirma rotundo que una retorne, en enero, ya no se moverá de allí. Con todo, su experiencia es positiva. “Vine para dos años pero estaba a gusto, siempre me trataron bien y aprendí mucho. Si tuviera trabajo, no me iría, porque tendría la hipoteca”. Su compañera se queda aquí.

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