El pintor Antonio López dijo hace tiempo que el realismo español contemporáneo se debía a que los artistas de su época no viajaban y su máxima aspiración era ir de visita al Museo del Prado. Eso mismo nos ocurre con los idiomas y son poquísimos los profesores que hablan una segunda lengua. Aunque los Erasmus cambiarán esta realidad, lo harán lentamente mientras los niños crecen muy rápidos. Al contrario que en otros terrenos, el hecho de que, dentro de Andalucía, Sevilla tenga una población numerosa significa un factor en contra: es imposible solucionar este problema en mil centros de enseñanza. Sin embargo las experiencias del Instituto "Diamantino García Acosta" podrían marcar un camino.
Naturalmente, habría que dejar prejuicios y complejos, el de la superioridad, el primero. Pero si los voluntarios dan tan buenos resultados, ¿por qué no poner en marcha otro programa, tan innovador como el que se alababa hace unos días, para las lenguas? Hay miles de inmigrantes que sí saben -al menos- dos: el inglés, el francés, el chino, el árabe? y la nuestra. Muchos de ellos -lo decimos todos los días en reportajes- tienen una formación alta. ¿Por qué no pueden ir a enseñar idiomas a nuestros centros educativos? La pedagogía que les falta no sería, precisamente, el problema; ése es el papel que cumplirían los docentes. El problema estará, probablemente, en no atrevernos.
Antonio Zoido es escritor e historiador
