Lógicamente, por el bien del Real Betis, Paco Chaparro y Manuel Ruiz de Lopera van a tratar de minimizar las tremendas diferencias o discrepancias que han mantenido durante la negociación que ha acabado con un acuerdo de renovación. Lo pasado, pasado está y si hubo acuerdo, lo demás ya cuenta poco. Pero eso es lo ideal, no lo humano. Y Manuel Ruiz de Lopera ha llegado a decir en privado, con sus colaboradores más cercanos, que Paco Chaparro estaba tomando la senda de Lorenzo Serra Ferrer, enemigo público número uno de Lopera con el permiso de Hugo Galera. Pese a los distintos puntos de partida de las partes, lo que más ha desgastado ha sido el mensaje mediático que se ha transmitido. Lopera, después de las reuniones con Chaparro, montaba en cólera cuando las peticiones del entrenador llegaban a los medios para que fueran públicas. Obviamente, el consejero delegado pensaba que era el técnico el que facilitaba la información. Y a la misma vez, como diría el mismísimo Lopera, a Chaparro tampoco le gustaba un pelo que sus reuniones se conocieran al pormenor, porque entendía que era el entorno de Lopera el que filtraba para complicar todavía más una negociación que estaba minada por muchísimas cosas. La verdad es que en los dos entornos ha cantado la gallina, porque había muchos intereses.
Boateng y el Cata. José María del Nido, en su última rueda de prensa, brillante en el fondo y en la forma, puso un ejemplo de cómo no hay que ir ciegamente por un jugador porque en la segunda opción puede estar la solución. Relataba que el Hertha de Berlín, que manejaba la oferta del Sevilla y la del Tottenham, exprimió al máximo la naranja y fue el equipo inglés el que llegó a la cantidad fuera de mercado por Boateng que el Sevilla, pese a ser su primera opción para reforzar el centro del campo, no estaba dispuesto a pagar. Boateng no jugó apenas en el Tottenham y la apuesta del Sevilla, sensiblemente más barata (los 4,5 millones por Keita) salió mucho mejor, al punto que el jugador maliense, después de dar su rendimiento deportivo un año, le ha dado al Sevilla una ganancia de cerca de diez millones de euros con respecto al valor de compra, y sólo en unos meses. Un negocio redondo.
Sin embargo, la tortilla tiene dos caras y se quema la que menos te esperas. Porque con las mismas, el Sevilla quería reforzar su defensa con el Cata Díaz, el central del Getafe, un argentino agresivo que le hubiera venido de perlas, pero cuando lo tenía muy cerca, el conjunto que preside Ángel Torres subió la oferta por el jugador hasta cerca de siete millones de euros. El Sevilla, como hizo con Boateng, se retiró y fue a por la segunda opción, un chico llamado Mosquera. Pero el mercado se disparó justo en ese momento y el precio del colombiano no bajó en ningún momento de los ocho millones de euros, según cuentan en el Sevilla. La segunda opción salió por tanto más cara y la verdad es que también peor.
Japón Sevilla. Ya intentó Manuel Ruiz de Lopera que el ex árbitro de Primera División, el señor Japón Sevilla, fuera el delegado de un equipo que lleva en el alma y al que está muy unido familiarmente porque su padre siempre ha hecho una función impagable como colaborador del club.
Pero a la primera reunión se cayó el asunto por su propio peso, porque Japón Sevilla, por fortuna para él, tiene una posición laboral muy buena, y lo que le ofreció para que dejase su trabajo no llegaba ni a la tercera parte de lo que cobraba. Cuando le hizo ver el error, Lopera reaccionó argumentando que podría compatibilizar trabajo y Real Betis, pero la función de delegado no es fácil, requiere entrega absoluta, y el propio Japón Sevilla descartó esa posible compatibilidad. Ahora, aunque haya sonado su nombre, Lopera ya sabía que no le podía ofrecer lo que el ex árbitro vale.