Economía

"Lo que nos motiva es evitar que un enfermo de Alzheimer se pierda"

Este ingeniero de ‘teleco' ideó, junto a su socia, un reloj con GPS para personas con riesgo de extravío. En Nueva Zelanda y Australia ya usan este dispositivo.

el 07 may 2011 / 20:26 h.

Francisca García y Abilio Caetano son los impulsores de este reloj con GPS y el receptor para localizar personas.

Dos ingenieros de telecomunicaciones, 31 años ambos, y una obsesión, aplicar los conocimientos aprendidos para dar servicio a la sociedad. Keruve, su producto estrella, es un reloj que permite a los familiares de personas en riesgo de extraviarse por enfermedades como el Alzheimer saber en todo momento dónde están. Francisca García Rivera es la directora de Operaciones y Abilio Caetano Pereira, director general de Visión Sistemas de Localización. Esta idea innovadora premiada en varias ocasiones avala que la inquietud emprendedora puede aportar mucha más riqueza que la mera compensación económica.

-Un localizador para personas con Alzheimer es su producto estrella. ¿En qué momento son conscientes de que es ésta una necesidad que cubrir?

-En 2004 estaba especialmente en auge la localización de flotas de vehículos. Por entonces, aparecieron varias noticias en televisión sobre personas con Alzheimer que habían desaparecido y que habían tenido un mal final. Ello nos hizo ponernos a investigar si había una manera de adaptar la tecnología empleada en los vehículos para buscar personas y solucionar ese problema. Vimos que era viable y nos surgió la oportunidad de presentar la idea a un concurso de emprendedores en la EOI que nos permitió realizar un curso de 500 horas de creación de empresas y redactar así el plan de negocio. Veníamos de Ingeniería de Telecomunicaciones, pero en la Escuela no se hace casi referencia a la salida por cuenta propia, sino que está muy enfocada a una perspectiva más técnica.

-¿Cómo fueron los inicios?

-En 2005 empezamos a desarrollar el producto, una fase en la que nos llevamos tres años y medio. Comenzamos con una inversión inicial de unos 25.000 euros y con una línea de crédito de 60.000 euros. A finales de 2007 lo presentamos después de tener unidades en prueba con diez familias de toda España para ver si era lo que las familias necesitaban. Fue el primer prototipo para que lo probaran. A raíz de esa experiencia, se hicieron unas mejoras y se lanzó a finales de ese año junto a la Confederación Española de Familias de Enfermos de Alzheimer (Ceafa).

-¿Cómo ha ido evolucionando el negocio?

-En 2008 teníamos una lista de espera de unas doscientas familias. En 2009 comenzamos la promoción y comercialización y a mediados de 2010 abrimos una filial en Francia aprovechando que uno de nuestros trabajadores era francés. El año pasado duplicamos las ventas de 2009, hasta los 300.000 euros, y en los últimos meses aproximadamente el 40% de las ventas procedían de fuera de España. Keruve, que tiene un coste de unos 1.000 euros, es una solución para las familias porque la persona con Alzheimer deja de relacionarse y se tiene que quedar todo el día en casa, lo que le genera más estrés a ella y a sus familiares. De esta manera, puede salir a la calle y hacer una vida lo más normal posible, lo que hace además que la enfermedad evolucione de una forma más lenta.

-Su proyecto ha recibido varios reconocimientos por idea innovadora. ¿Pero qué acogida tiene entre las familias que conviven con la enfermedad?

-Desde que comenzamos a comercializarlo de forma activa, todas las familias están encantadas con nuestro producto, que les cambia radicalmente la vida. Una de las cosas que más nos motiva es que periódicamente llaman familias para decirnos que algún familiar enfermo con Alzheimer se había perdido y que gracias a Keruve lo habían encontrado sano y salvo y ésa es la mayor satisfacción que podemos tener.

-¿Cuáles son los siguientes pasos para ir ampliando o diversificando actividad? ¿Trabajan ya en nuevos productos?

-Nuestro desarrollo va a ir siempre enfocado a la localización de personas en alto riesgo de pérdida. En previsión tenemos las siguientes versiones de la producción y la expansión internacional. En 2008 y 2009 nos centramos en el desarrollo de I+D de un localizador para niños con autismo y otras enfermedades mentales y a finales de ese año lanzamos Pikavú, para evitar su extravío en parques, playas, aglomeraciones... Era necesario un nuevo sistema que no sólo indicara su posición, sino también cómo llegar hasta él. Ya a finales de 2010 sacamos el segundo modelo de Keruve. Además de incorporar sistemas de localización más efectivos, ampliamos los modelos, ya que nos demandaban, sobre todo las señoras, más tipos de relojes, y también facilitamos el uso del receptor, ya que el perfil del cuidador es el de una mujer de unos 55 años y sin práctica en el uso de las tecnologías.

-¿Qué hace especial a Keruve respecto a otros productos? ¿Cómo es el mercado en el que tiene que competir?

-Es el único localizador especializado en Alzheimer a nivel mundial. Consta de un reloj con cierre de seguridad y un receptor para el cuidador, que sólo tiene que pulsar un botón para ver en el mapa la posición exacta en la que se encuentra la persona. En el mercado existen otros productos sustitutivos como petacas de localización generalistas que se utilizan en coches, motos, maletas, etcétera, o para personas que las llevan en el bolsillo. Pero no es una solución porque no va pegada al cuerpo y la familia no se fía. Hay otros productos que ofrecen un brazalete, pero se trata de un diseño voluminoso. Eso es algo más pensado para trabajadores, para poder enviar una alarma si sufren un accidente, pero una persona con Alzheimer puede rechazarlo.

-¿Cuáles son las principales líneas de su plan estratégico y de expansión?

-En 2011 la prioridad es la expansión internacional. De hecho, este año entraremos en cuatro países más en Europa: Italia, Alemania, el Reino Unido y los países escandinavos. En 2012 esperamos poder abrir filial en EEUU. Pero tenemos clientes en prácticamente todos los países, hasta en Nueva Zelanda y Australia.

-¿Cuáles han sido las mayores dificultades que se han encontrado en el camino para montar la empresa?

-A lo largo del emprendimiento hay un montón de inconvenientes que ir superando. Al principio trabajamos en el trastero de casa de mi madre durante seis o siete meses, aunque la familia no considere que estés trabajando. Al ser dos promotores, los obstáculos se sobrellevan mejor al apoyarse uno en el otro.

-¿Siempre tuvo claro que quería emprender sus propios proyectos?

-En 2003 creé otra empresa con un socio, en la que me mantengo como asesor. Me considero una persona creativa. Siempre me ha gustado hacer cosas nuevas y ser emprendedor, que continuamente tiene que descubrir cómo hacer mejor las cosas, encajaba con lo que yo quería hacer. En el instituto ya tenía pensado que mi futuro pasaba por ahí. Es cierto que hay muchos momentos duros y que hacer frente a responsabilidades pero también están las satisfacciones. La mayor es ver que el tiempo que le estás dedicando a la empresa ayuda a otras personas. Eso de por sí ya es un extra.

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