El Reino Unido e Irán han roto relaciones diplomáticas, pero la bola de nieve del asalto a la embajada británica en Teherán amenaza con una ruptura general de los países de Occidente con el régimen de los ayatolás, en un clima de enrarecimiento que incluso tuvo el mes pasado anuncios de una inminente guerra con el objetivo declarado de impedir que Irán acceda al armamento nuclear.
De momento, el ministro de Exteriores británico, William Hague, ordenó ayer el cierre de la Embajada de Irán en Londres y la marcha del país de "todo" el personal diplomático de la República Islámica en un plazo máximo de 48 horas.
Asimismo, durante una intervención ante el Parlamento, Hague anunció el cierre de la Embajada británica en Teherán y advirtió de que el ataque que sufrieron el martes sus instalaciones diplomáticas no hubiera podido ocurrir sin "algún grado de consentimiento" de las autoridades de ese país.
Asimismo, anunció que todo el personal diplomático británico en Irán ha sido ya evacuado. Pese a todo, el Gobierno británico no tiene intención de romper completamente las relaciones con la República Islámica.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán respondió fulminantemente con la expulsión a todo el personal de la Embajada británica en Teherán, publica la agencia de noticias Mehr.
La televisión estatal iraní ya había advertido de que Teherán tomaría "acciones apropiadas" tras la "apresurada" acción del Gobierno de David Cameron. La agencia semioficial Fars adelantó que lo "más probable" era que las autoridades iraníes respondiesen con la expulsión del personal británico.
Mientras Francia llama a consultas a su embajador en Teherán, su ministro de Exteriores, Alain Juppé, declaró que una intervención militar en Irán para frenar su programa nuclear no es una opción para Francia pues tendría "consecuencias catastróficas".
España convocó por su parte al embajador iraní en Madrid, Morteza Saffari Natanzi, en protesta por el asalto a la Embajada de Reino Unido. El Gobierno alemán llamó igualmente a su embajador en Teherán, Bernd Ebel, después del asalto, mientras que Italia valora la posibilidad de cerrar su Embajada en Irán.