El Ballet Nacional de España (BNE), con José Antonio a la cabeza, regresa hoy y mañana a la Bienal de Sevilla (Teatro Maestranza, 20.30 horas) con un montaje bien rodado, Café de Chinitas, que contará con el cante de Esperanza Fernández y la música de Chano Domínguez con un grupo excepcional.
"Se trata de un Café de Chinitas atípico, donde se interpretan las ocho canciones populares de Lorca, pero con las reproducciones de los decorados que Dalí diseñó y que nunca se habían visto en España", explicaba ayer José Antonio. Según el director del Ballet Nacional de España, el espectáculo -que conoció una gloriosa primera versión de 1943 a cargo de Encarnación López La Argentinita- se divide en tres bloques, que representan respectivamente la creatividad, el sexo y la muerte. "El café es el espacio donde Dalí invoca, busca el reencuentro con Federico García Lorca".
Ana Moya -en el papel del Destino-, Elena Algado y Miguel Ángel Corbacho aparecen como bailarines principales en un montaje en el que el propio José Antonio asume un personaje, el de la niña Tarara. El director quiso recordar también que este trabajo se gestó precisamente aquí, en Sevilla, con la idea inicial de conmemorar el centenario del nacimiento de Salvador Dalí cuando José Antonio estaba al frente de la Compañía Andaluza de Danza. "No sé lo que pudo haber detrás para que el proyecto no saliera adelante, pero ahora tampoco me importa mucho. El tiempo, al final, da la razón a quien la tiene", explicó. "Aunque esté desplazado a Madrid, mi casa es Sevilla, sigo teniendo aquí mi hogar", recalcó.
Ardua coordinación. Además de un formidable cuerpo de baile y una cuidada escenografía, uno de los grandes atractivos de este Café de Chinitas será sin duda la música de Chano Domínguez, que comparece en la Bienal con un super-grupo integrado nada menos que por el guitarrista Jordi Bonell, el contrabajo de Mario Rossy, la batería de Guillermo McGuill y el teclado de Marina Albero.
El pianista gaditano, que mostró su satisfacción por actuar "en la plataforma más importante del flamenco en el mundo" definió Café de Chinitas como un desafío "arriesgado en el sentido musical y estético", y afirmó que adaptar los textos de Lorca para el baile ha suscitado "una serie de confrontaciones muy interesantes para ver qué textura, qué tonalidades le venían mejor", afirmó este flamenco jazzero.
También se refirió Domínguez al hecho de que los grandes músicos que le acompañan, todos ellos solistas de larga trayectoria, se hayan puesto al servicio de un repertorio para el baile, convirtiéndose por una vez en tocaores de atrás. "Ha sido necesaria una gran labor de coordinación. Todos llevan adelante sus propios grupos y no es fácil unirlos para una idea como ésta", dijo.
Por su parte, Esperanza Fernández recordó cuando "José Antonio me invitó a un café en la Plaza del Duque y me propuso participar en Café de Chinitas. Para mí fue un shock", comentó la cantaora trianera. "Estoy encantada de haberme incorporado al espectáculo".
Retomando la palabra, José Antonio aseveró que "ha habido un respeto absoluto entre todos los artistas que participan en el espectáculo, desde el primero hasta el último. Y lo que podemos asegurar es que no hay ni una sola función igual. Es un continuo toma y daca entre unos y otros, cada cual tiene su personalidad y así es como se logra transmitir emociones", apostilló el director del Ballet Nacional.
Finalmente, José Antonio fue invitado por la prensa a opinar sobre el anuncio del ministro de Cultura, César Antonio de Molina, de relevar a los actuales directores de las compañías nacionales de danza, esto es, el propio José Antonio y Nacho Duato. "He venido aquí para hablar del Café de chinitas, y por respeto no voy a pronunciarme sobre nada más. Pero estoy abierto a atender a todos los medios y explicar detalladamente mi opinión al respecto", concluyó.
