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'Los 2.700 euros no son míos'

Un nigeriano que se pasa 8 horas al día vendiendo pañuelos en un semáforo del Puente de las Delicias, a pleno sol y sin más protección que un sombrero de paja, devolvió ayer una cartera con 2.700 euros, un cheque por 870 y documentación. Foto: Paco Cazalla

el 15 sep 2009 / 09:52 h.

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Un nigeriano que se pasa ocho horas al día vendiendo pañuelos en un semáforo del Puente de las Delicias, a pleno sol y sin más protección que un sombrero de paja y una botellita de agua, devolvió ayer sin pestañear una cartera con 2.700 euros, un cheque por 870 y documentación. Se le había caído a un hombre que pasó en moto, y él la recogió y la entregó a la Policía. Ni siquiera abrió el portafolios, y hasta le asombra la pregunta. "No era mío, no tenía por qué abrirlo. Hice lo que tenía que hacer", decía sin atisbo de duda Amby Okonkwo, nigeriano de 43 años que llegó a España hace dos y está intentando que le revoquen una orden de expulsión.

Eran las 10.30 horas y Amby vio que a un hombre se le caía su cartera de piel marrón junto a la rotonda en la que él vende pañuelos de papel y abanicos de colores al final del Puente de las Delicias, donde comienza la Feria, un erial en el que el calor sevillano hace de las suyas.

Amby paró a dos agentes de la Policía Nacional y les contó lo ocurrido. Como no habla español, usó de intérprete a su compañero Kene Odigbo Kingsley, también nigeriano y de 35 años, que va a diario a la misma rotonda. Los policías se fueron y al momento se dieron la vuelta: en la cartera había dinero, así que necesitaban su nombre. "Se lo di, no hay ningún problema. Dijeron que había dinero, pero no si era mucho o poco". Ni siquiera saber la cifra provocó ninguna reacción en los inmigrantes, ambos en trámites para lograr la residencia, que con seriedad insistían: "Somos cristianos, sabemos lo que dice Dios: ama a los demás como a ti mismo y haz lo que quieres que hagan contigo. La cartera no era nuestra, no importa lo que tuviera". "El dinero no toca mi cabeza ni mi corazón, y gastarlo me habría hecho feliz un momento, pero me habría hecho sufrir toda mi vida", insistía Amby. Kene Odigbo sacaba una pequeña Biblia del bolsillo de la camisa y enfatizaba: "Tenemos que dar ejemplo, por nosotros y nuestro país, porque la gente dice que los nigerianos somos malos pero no lo somos, venimos a trabajar y a vivir".

La Policía, que ayer informó sobre el gesto de Amby, localizó al dueño de la cartera y se la devolvió. Fernando P., de 68 años, regresó a la rotonda para darles las gracias y "una pequeña gratificación de 50 euros", según explicó él mismo. Nunca los había visto antes. "Se portaron muy bien, fue un detalle muy bueno", dijo el hombre, que no había llegado a agobiarse porque creyó que había olvidado la cartera en la oficina y aún la buscaba cuando la Policía lo localizó; de hecho, decía que le preocupaba más su agenda que el dinero. "Fue curioso, me preguntaron si creía en Dios y al decirles que sí se alegraron y dijeron que ellos también, y me insistieron en que son honrados, como han demostrado". No pudieron decirse más, porque ellos no hablan español ni Fernando inglés.

A pesar del revuelo, los dos nigerianos seguían ayer vendiendo pañuelos, como suelen hacer cada día hasta las seis de la tarde, "y si hace mucho calor hasta que conseguimos siete o diez euros, porque estar aquí es muy duro, pero si te vas, al levantarte por la mañana no tienes para comer", explicaba Kene Odigbo. "La gente a veces nos dice que estamos aquí tan tranquilos, con los pañuelos sin hacer nada, pero es difícil", insistía. Ambos viven en San Juan de Aznalfarache, Kene Odigbo solo, y ayudado por la iglesia, que le da alimentos. Amby vive con su hijo de cinco años, que tiene a su cargo. El crío tiene nacionalidad holandesa, y Amby ha pedido al Gobierno que anule su orden de expulsión y le dé la residencia, al ser padre de un ciudadano comunitario.

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