La condena que ha recaído sobre José María del Nido –siete años y medio de prisión y quince de inhabilitación absoluta– ha abierto un lógico debate en el sevillismo sobre la conveniencia de la continuidad o no del abogado en la presidencia del club, que ha logrado los mejores resultados de los sesenta últimos años bajo su mandato y ahora se ve en una encrucijada.
Del Nido tiene derecho a presentar recurso de casación ante el Tribunal Supremo y seguramente lo hará –también puede recurrir la Fiscalía, para reclamar una pena mayor, ya que le pedía 30 años en el juicio del ‘Caso Minutas’–, por lo que mientras la sentencia no sea firme y se ejecute –el fallo del Supremo podría tardar un par de años– está legalmente capacitado para seguir al frente del Sevilla FC, siempre que sus accionistas así lo consideren oportuno, claro está.
Ayer ya adelantó Pepe Castro, actual vicepresidente y una de las cabezas visibles de Sevillistas de Nervión, grupo que controla el mayor paquete accionarial del club –al que también pertenece Del Nido–, que éste seguirá en el cargo “muchos años”, aunque el expresidente Rafael Carrión, que a la sazón es el máximo accionista de la entidad a título individual, indicó que él, en una situación así, “dimitiría” para no dañar la imagen del club.
El debate entre lo legal y lo ético está servido y será el propio Del Nido quien lo tenga que resolver en primera instancia, pues por medio está el nombre del Sevilla FC, club centenario que viene de vivir los años más gozosos de su reciente historia y cuyo nombre quedará salpicado sí o sí de seguir presidido por un señor que ha sido condenado por fraude, prevaricación y malversación de caudales públicos, aunque sea en el desempeño de su actividad profesional.
Primero está por ver si Del Nido da un paso al lado o desea seguir al frente del club después de recibir el veredicto condenatorio –hoy podemos salir de dudas– y, en caso de que así fuera, son los accionistas de la SAD los que a fin de cuentas han de decidir sobre la conveniencia o no de que el abogado, al que aún quedan otras causas pendientes de resolución judicial en Marbella, siga siendo el máximo dirigente y cabeza visible del consejo, en el que hace años ya colocó a uno de sus hijos. El sevillismo tiene motivos sobrados para el debate.