Cultura

Los aficionados al toreo en Nueva York se resisten a desaparecer

Los amantes del mundo de los toros se resisten a desaparecer de Nueva York, donde, además de reunirse de forma casi clandestina para ver las últimas corridas celebradas en España, realizan sesiones de toreo sin astados en Central Park. (Foto: EFE)

el 15 sep 2009 / 05:06 h.

Los amantes del mundo de los toros se resisten a desaparecer de Nueva York, donde, además de reunirse de forma casi clandestina para ver las últimas corridas celebradas en España, realizan sesiones de toreo sin astados en Central Park.

El gusto por la tauromaquia no es algo ajeno a Manhattan, donde hace años un grupo de estadounidenses decidió crear un club taurino en el que compartir una afición poco respetada en un país en el que los derechos de los animales se miran con lupa y donde el toreo no está muy bien visto.

El resultado fue el Club Taurino de la Ciudad de Nueva York (NYCCT, en sus siglas en inglés), una asociación que hoy cuenta con cerca de 150 miembros y que, pese a permanecer muy activa con varias actividades mensuales, no ha conseguido romper la clandestinidad en la que se ha visto obligada a vivir desde su nacimiento.

Los miembros del club se reúnen para conocer las últimas novedades sobre ganaderías y toreros, así como para disfrutar de corridas de toros recién celebradas en España y hasta para tomar lecciones de toreo de salón en el mismo Central Park.

"Nuestro objetivo es disfrutar de nuestra afición al toreo y al toro bravo al mismo tiempo que aprendemos cosas nuevas de esos animales y el arte que los envuelve", explicó a Efe Lore Monning, una estadounidense que defiende su amor por la tauromaquia como presidenta del NYCCT.

Monning no esconde que su tarea es "algo difícil" en un país que ve una corrida de toros como algo cruel y primitivo, por mucho que estadounidenses tan ilustres como Orson Welles, Ernest Hemingway o Tyrone Power cayeran rendidos ante el arte de los toreros.

"La verdad es que no podemos hacer mucha promoción y vamos creciendo gracias al boca a oreja. El secreto para seguir adelante es no buscar problemas", dijo Monning, para quien el que en España haya quien quiera suprimir las corridas es "una auténtica locura".

Para la presidenta del club, a los estadounidenses les puede gustar del mundo de los toros "lo mismo que a los españoles: la emoción, la pasión y hasta el peligro que encierra el ruedo".

Junto a Monning, se reúne un grupo de personas, de forma discreta y casi silenciosa, el primer o el segundo jueves de cada mes en un local cuya puerta ha sido pintada de rojo en más de una ocasión y donde han recibido llamadas amenazadoras, según explicó un miembro del NYCCT que prefirió permanecer en el anonimato.

"La gran mayoría de nuestros miembros son estadounidenses, que han descubierto los toros gracias a sus visitas a Pamplona y otros lugares de España y México, y puedo decir que son muy buenos aficionados", explicó Monning.

Uno de ellos es Robert Weldon, profesor de secundaria en una escuela de Nueva York y aficionado al toreo desde hace una década, cuando visitó España por primera vez y fue a una corrida goyesca en la plaza de las Ventas, en la que participaba José Tomás.

"En una sola faena, mi vida cambió. Vi algo tan emocionante e impresionante y que no lograba entender que me tocó hondo. Supe que debía regresar a España para vivirlo más de cerca", dijo a Efe Weldon, quien hoy es uno de los organizadores de las sesiones de toreo sin astados en Central Park.

Según cuenta Weldon, se reúnen varios compañeros, "aficionados prácticos", para realizar "toreo de salón, con el capote y la muleta, ante miradas de incomprensión de quienes no entienden lo que hacemos y creen que ensayamos para una ópera o una obra de teatro".

"Lo más curioso para un aficionado español es pasear por Central Park y ver a gente haciendo toreo de salón al lado de los aficionados al fútbol o a las artes marciales", explicó a Efe el periodista taurino andaluz Juan Belmonte, quien fue el encargado de abrir la temporada del NYCCT con la lectura de un pregón.

Belmonte, descendiente del célebre matador de mismo nombre, congregó a los miembros del club en un selecto restaurante para hablarles del toreo y demostrar también sus dotes como torero de salón.

Existen unos diez grupos de aficionados o peñas en EEUU, un país en el que están prohibidas las corridas con muerte del animal, pero donde en la década de 1960 se fundaron asociaciones de este tipo en lugares como Chicago, El Paso o San Francisco y se corren los "sanfermines" en Nevada.

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