Tras una campaña marcada por los estragos que la polilla del tomate o tuta absoluta ha ocasionado en los cultivos andaluces de frutas y hortalizas, los agricultores cierran bandas y llevan a la cabecera de sus agendas encontrar los medios con los que acabar con la plaga de cara a la campaña 2009/2010.
Por su parte, la asociación de cosecheros almerienses Coexphal apuesta por el control biológico en los invernaderos, mientras que la interprofesional del sector, Hortyfruta, ha reunido a un grupo de trabajo especializado para elaborar una estrategia con la que proteger la próxima cosecha. No es una exageración. La tuta absoluta es un lepidóptero que penetra en el fruto de la planta y deposita en ella sus larvas, que se alimentan del vegetal y lo secan, de manera que puede arrasar cultivos enteros de más de doce generaciones. Sólo en las plantaciones al aire libre de Sevilla se ha llegado a capturar medio millón de estos insectos al día.
No es que sea indestructible, pero tras la reestructuración del agro puesta en marcha en 2006, que impone la reducción gradual del 80% de los plaguicidas tradicionalmente utilizados -en 1993 había 900 tipos diferentes, en la actualidad, apenas un centenar-, los agricultores aseguran que se encuentran indefensos ante este tipo de plagas, dado que no les quedan productos eficaces con los que hacerles frente.
Por eso, la Asociación Provincial de Empresarios-Cosecheros Exportadores de Frutas y Hortalizas de Almería (Coexphal), durante la presentación del Manual de Control biológico en Invernaderos Hortícolas, urgió a la modificación de la normativa que regula la lucha contra la tuta absoluta, que ya afecta a la "totalidad" de la superficie cultivada y se ha extendido por los Estados productores de la UE.
Así, el responsable del Departamento de Control de Plagas de Coexphal, Jan Van der Blom, subrayó la necesidad de una nueva legislación que aparque la calificación de "organismo en cuarentena" que la actual dispensa a la tuta absoluta, una medida de contención prohíbe la exportación los productos de las plantaciones infectadas por riesgo de contagio, algo que en el contexto actual resulta ya inservible ante la proliferación de la plaga.
En concreto, Van der Blom reclamó medidas encaminadas a ayudar al sector agrícola a implementar planes preventivos, así como una intensificación de las acciones de higiene para minimizar la incidencia de la plaga que, a su juicio, obligará al campo andaluz a hacer "un esfuerzo importante" en apuesta por el control biológico -que utiliza otros insectos depredadores que son enemigos naturales de la plaga, conocidos bajo el término de fauna auxiliar- que, en el caso del cultivo de tomate "ha tenido poco calado". En este sentido, destacó que esta tendencia "deberá cambiar", ya que la enfermedad presenta una importante "propensión" a resistir el uso de los pocos productos químicos autorizados.
Según Coexphal, el control biológico es una forma de lucha integrada que se lleva aplicando con éxito en las últimas campañas en el 100% de la superficie invernada de pimiento, mientras que en berenjena se acerca al 50% y en el pepino lo hace el 30%. No obstante, el 80% de las explotaciones bajo plástico utilizan algún tipo de insectos auxiliares.
Por otro lado, técnicos representantes de las organizaciones miembros de la Interprofesional de Frutas y Hortalizas de Andalucía, Hortyfruta, se reunieron a principios de la semana pasada en lo que fue el primer encuentro de la campaña 2009/2010, para comenzar a trabajar de cara a este nuevo periodo agrícola. En dicha reunión se analizó la situación actual de la tuta absoluta, la evolución de la plaga, así como las medidas que se van a llevar a cabo para intentar controlar su propagación en Andalucía. A su vez, también se estudió la Orden de medidas obligatorias para la prevención de la plaga de la Consejería de Agricultura , para "controlarla de forma conjunta con la Administración".
En declaraciones a este periódico, la gerente de Hortyfruta, María José Pardo, destacó que este grupo de expertos ha recetado medidas tales como el tratamiento con feromonas, realizar estudios de paros biológicos -dejar descansar las tierras afectadas para que las plagas mueran de inanición- e impulsar la hermetización de los invernaderos para que no entren los insectos, a la par que hacer lo mismo con los contenedores de transporte de los residuos vegetales resultantes de las recolectas para que no escapen, entre otras tantas.
Asimismo, consideró prioritario que el Ministerio del ramo acelere la aprobación de ciertos productos químicos que ya se están usando en otros países de la Unión Europea con relativo éxito, así como que se refuerce el seguimiento de los experimentos con la trichogramma, un parásito que ha comenzado a utilizarse este verano en la lucha biológica contra la polilla.