No hay época, por difícil que sea, en la que el arte no florezca y trate de dar respuestas a las incertidumbres del presente. En una ciudad como Sevilla, que se ha caracterizado siempre por ser un potente foco de creación, la fuerza para renovar ideas y estéticas se antoja indesmayable. Prueba de ello es la muestra Que vienen los bárbaros, comisariada por Sema D'acosta e Ignacio Tovar, que reúne en el CaS hasta el próximo 27 de octubre a un selecto grupo de 21 artistas plásticos menores de 35 años, promesas muy bien encaminadas que suponen buenos motivos para la esperanza.
Tomando como referencia la penúltima eclosión de jóvenes talentos que tuvo lugar en la ciudad con el arranque del siglo, nucleada en torno a dos espacios fundamentales, la Sala de eStar y The Richard Channin Foundation, los cuales dieron a conocer a nombres como Miki Leal, Juan del Junco o José Miguel Pereñíguez, los comisarios se propusieron hacer una apuesta de futuro con una premisa clara: "Había que ceñirse a la que estaba ocurriendo ahora", explican. "Decidimos arriesgar y apostar oteando hacia delante, siendo conscientes de que es mucho más difícil aventurarse en este terreno todavía no explorado que acudir a los éxitos del pasado", agregan.
Desde los ganadores del certamen Sevilla es talento para ti de este año, Simón Arrebola y Alejandro Botubol, hasta el más joven de los seleccionados, Jorge Thuillier, de 23 años y todavía pendiente de acabar sus estudios, el grupo de los escogidos tiene como denominador común, dentro de la diversidad de estilos y mensajes, una indudable proyección: habrá que tomar nota, pues, de nombres como Francisco Reina, Celia Macías, Rafael García Forcada, Manuel León, Ismael Lagares Díaz, Aurora Perea, Juan Isaac Silva, Rafael López-Bosch, Gloria Martín, Álvaro Escriche, Luz Marina Baltasar, José Carlos Naranjo Bernal, Ana Barriga, Virginia Herrera, Fran Ramírez, Paola Villanueva, Julia Llerena o Sonia Espigares, porque muchos de ellos son los llamados a despejar buena parte de los nubarrones que se ciernen sobre el horizonte artístico andaluz.
Tampoco parece casual que la inauguración de esta muestra coincida con las casi tres décadas transcurridas desde la muestra Ciudad invadida del Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla: otra apuesta que tuvo lugar en años duros para el mercado de la plástica, y que tuvo como comisario al propio Ignacio Tovar.
"Las diferencias principales tienen que ver con el contexto y las circunstancias en las que se mueven los artistas hoy", comentan D'acosta y Tovar, "un mundo muchísimo más comunicado, informado y variado que el de hace unas décadas, donde quizás no es tan importante la denominación de origen como las sinergias que se crean en relación con un entorno determinado, en este caso Sevilla", apostillan. Que aquella cita de 1985 y ésta se apoyen sobre versos del griego Kavafis en sus rubros acaso sea algo más que una casualidad. Esos bárbaros, temibles porque de ellos se ignora casi todo, suponen una invasión de esperanza para la ciudad.