Jóvenes al día

Los burritos que les hacen la competencia a los bomberos

Los incendios forestales se suceden y, ahora que llega El Rocío, se multiplican. Pero hay asociaciones que intentan evitarlos con planes originales e innovadores.

el 06 jun 2014 / 08:00 h.

BurrosLa Romería de El Rocío es una tradición popular que se sigue manteniendo desde hace siglos, que no ha perdido fuerza a pesar del paso del tiempo, más bien todo lo contrario: ha ido ganando adeptos. En ella se mezclan la devoción y los fuertes sentimientos de arraigo con el disfrute y la diversión. Una combinación única que ya forma parte de la cultura andaluza, que atrae y cautiva a muchos curiosos y que también sirve como reclamo turístico. Aunque, como todo en la vida, tiene su parte negativa: cada año la romería trae consigo un fuerte impacto sobre la naturaleza, algo que organismos como la Junta de Andalucía intentan reducir con la puesta en marcha del Plan Infoca. Un amplio despliegue de personal, en concreto un total de 250 efectivos, y de medios terrestres y aéreos velarán por la seguridad de los romeros ante cualquier emergencia que se produzca por incendio forestal. Todo está ya preparado para una romería en la que, debido a la gran cantidad de gente que participa y a las fechas de calor en que se realiza, el riesgo de incendio aumenta. Para Juan Romero, portavoz de Ecologistas en Acción en Doñana, «el Plan Infoca ha tenido mucho acierto desde su nacimiento y sus efectos se han dejado notar. Gracias a él, durante años los incendios se han controlado. Aunque hay que mejorar y modernizar las labores de extinción y, sobre todo, de prevención, la opción más rentable». Y es que ya lo dice el refranero popular: es mejor prevenir que curar. Aunque llevar a la práctica los proyectos de prevención no es sencillo. Cierto es que se debe empezar por la educación, por la concienciación, pero al tratarse de algo que lleva su tiempo y que a veces falla la clave estaría en prever los hechos, en ir siempre un paso por delante: los montes han de estar preparados, limpios, libres de vegetación seca o que esté a punto de secarse, de material combustible que se convierta en un fiel aliado de los incendios. Para ello, «hay que recurrir a actividades tradicionales como la ganadería, que es el Infoca del futuro, ya que los animales consumen biomasa: pastos, matorrales, restos de vegetales muertos... Una actividad que además trae consigo el desarrollo de los municipios», asegura Romero. Cada vez son más las asociaciones que colaboran de manera desinteresada en estas labores preventivas. Ejemplo de ello es El Burrito Feliz, una joven organización que pone todos los medios que están al alcance de su mano para contribuir al desarrollo sostenible con la ayuda del animal que tanta ayuda le ha proporcionado al ser humano a lo largo de la Historia: el asno. En el seno de la organización se llevan a cabo desde la programación y coordinación de actos en los que los niños pueden interaccionar con los burros hasta proyectos tan llamativos como el de los Burros Bomberos. Su finalidad es la de eliminar el pasto de las zonas sensibles a los incendios forestales, siempre gracias a la inefable ayuda de los asnos y a su voraz apetito. Los burritos se sitúan en sus puestos de trabajo, los bosques del territorio de pre-parque nacional de Doñana en la zona de Hinojos, y pasan a la acción «en primavera cuando la hierba aún está verde. A medida que se acerca el calor, acentúan su empleo en el pasto seco y es ahora, con la Romería del Rocío, cuando el peligro es mayor», declara Luis Manuel Bejarano, presidente de El Burrito Feliz. La idea surgió al comprobar que tanto en Francia como en otras zonas de España este tipo de proyectos gozaban de gran éxito y conseguían cumplir sus objetivos. Aunque para alcanzar estas metas siempre es necesaria la ayuda y la colaboración de voluntarios, muchos de ellos jóvenes que con su energía y sus ideas innovadoras consiguen revolucionar las entrañas de la organización, algo que Bejarano quiere fomentar: «Prefiero que sean estos jóvenes los que presenten los proyectos e iniciativas para que luego la organización se las canalice y les proporcione los medios a su alcance». Buen ejemplo de ello es Olga Borrego o, como ella prefiere que le llamen, Olga Moon. Esta profesora de yoga propuso a la organización un proyecto en el que se combina esta disciplina con los burros y lo mucho que éstos tienen que ofrecer. «Veo, con preocupación, que muchos jóvenes andaluces que acuden a mis clases arrastran una gran ansiedad y estrés por la crisis. Quiero que mi yoga y los burritos puedan ayudar a algunos de ellos. Es algo nuevo y me hace ilusión de que sea en Andalucía, mi tierra, donde el proyecto comience su andadura», dice Olga Moon. Aunque ella no es la única voluntaria que colabora en El Burrito Feliz. Diego Flores, quien se unió a la asociación a finales de febrero, confiesa que en un principio no sabía qué era lo que iba a encontrar allí. «No tenía una idea clara inicial de cómo podía ser, así que no podía esperarme mucho, todo fueron sorpresas agradables cuando por fin los visité», afirma el voluntario. En la asociación, voluntarios como Diego, además de disfrutar con la compañía de los asnos en plena naturaleza, cumplen con importantes funciones. «Ayudamos en las tareas de dar de comer a los burritos, de trasladarlos de una zona a otra y, en las actividades, se ayuda en lo que se pueda», declara Diego, para quien además los asnos tienen un significado muy especial: «Para mí los burritos son vida, estos animales tan nobles te hacen ver las cosas de otra forma, se les coge cariño, se hacen querer lo más grande». Un sentimiento que comparte con su compañera Paz Vizcaya, quien no duda en afirmar que «son animales a los que se les toma enseguida cariño. Desde pequeña han sido uno de los animales que más he querido, por ser como son y por querer que sigan existiendo en el mundo».

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