Como es habitual en los estudios sobre inmigración, la comunidad china queda "escondida en la estadística" bajo el epígrafe de "otros". Sebastian Rinken justifica este hecho en parte porque hay menos (según el último padrón, en Andalucía son 12.751 frente a los 102.644 marroquíes o los 87.730 rumanos). Pero también reconoce que "tienden a ser un caso aparte en determinados comportamientos de relación social".
Así, son escasos los matrimonios mixtos con un cónyuge asiático y es una comunidad más endogámica tanto en sus relaciones sociales como económicas.
Aunque el investigador reconoce que "una dependencia excesiva de las redes étnicas puede ser un problema, no siempre es así". Y en cuanto a los chinos, destaca a su favor que "tienen clarísimo la importancia de fomentar su desarrollo en capital humano, invirtiendo en formación".
Así, tanto por esta mentalidad como por el hecho de que una gran mayoría monta empresas dedicadas al pequeño comercio de cara al público "hacen mucho por dominar el idioma".
