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Los coles también se mueven

Pancartas y camisetas verdes simbolizan la "preocupación" de los centros de barrios humildes por la merma de recursos para atender a un alumnado muy diverso y desfavorecido.

el 18 jun 2012 / 20:57 h.

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Los profesores del colegio Paulo Orosio se ponen las camisetas verdes para recibir a los niños y concienciar así a los padres de los riesgos del recorte.

"Mamá, me ha dicho la seño que esta mañana se han puesto en la puerta con camisetas verdes para que no nos quiten las sillas y las mesas". Los profesores de los colegios públicos de Los Pajaritos, La Candelaria, Madre de Dios, Rochelambert, Palmete, Su Eminencia, Amate, El Cerro, Juan XXIII y La Negrilla -que han iniciado una campaña conjunta de actos "simbólicos" contra los recortes- tratan de explicar sus reivindicaciones a sus alumnos de Infantil y Primaria adaptándose a su nivel. Y es que, básicamente, no piden más recursos sino que no les quiten los que tienen -las sillas y mesas aluden en realidad a personal y programas- para hacer frente a un alumnado muy diverso, con un alto porcentaje de niños con necesidades especiales que requieren maestros de refuerzo, pedagogos o monitores especiales. Medidas como la impuesta por el Gobierno de que no se cubran bajas de menos de 15 días implica en estos colegios que si un profesor se pone malo, tenga que sustituirle el de refuerzo y dejar desatendidos a una parte importante de alumnos que sin éste no pueden seguir el ritmo.

Por ello, hasta final de curso, trece centros de estos barrios obreros (once colegios de Infantil y Primaria y dos institutos) han colgado en sus fachadas pancartas en defensa de la escuela pública y varios días a la semana, todos los profesores se visten con camisetas verdes y reciben así por la mañana a los niños cuando sus padres los llevan.

"El objetivo es llamar la atención pero en el entorno más inmediato para concienciar a las familias de la importancia que tiene la escuela, porque muchos no son conscientes del trabajo y las actividades que hacemos y que no está reconocido, sobre todo ahora que parece que la culpa del robo de los bancos la tenemos los funcionarios", explica la directora del colegio Paulo Orosio, María Eugenia Sánchez. "Se trata de llamar la atención y concienciar, sobre todo a los padres, de que lo que tenemos, que no es mucho, lo podemos perder y volver a como estábamos hace 20 años", añade el director del CEIP Juan XXIII, Enrique Calderón.

Ambos dejan claro que la suya no es una protesta laboral por el recorte de sus sueldos sino una "preocupación" porque toda merma en los recursos destinados a la educación repercute en la calidad de la enseñanza y dificulta la atención personalizada al alumnado que en estos centros resulta fundamental. En el Paulo Osorio estudian 193 alumnos y el 25% tiene necesidades especiales, un porcentaje similar entre los 500 escolares del Juan XXIII. Son centros ubicados en entornos de nivel socioeconómico bajo y con alto porcentaje de inmigrantes.

La labor pedagógica con los padres también resulta fundamental pues "muchos no tienen acceso a información sobre las medidas que se están tomando". Los centros han mandado cartas a los padres explicando sus reivindicaciones y acciones. Las familias apoyan al profesorado aunque su implicación no es aún alta, si bien algunas A mpas empiezan a moverse.

"De momento nos adherimos a sus protestas, se tienen que ver apoyados y así se hace más fuerza. El otro día nos pusimos unos lazos verdes y quizás para el curso que viene organicemos algo", explica la presidenta del Ampa del Juan XXIII, Mayte Borrego. "Si hace falta ponerse una camiseta verde se pone. La profesora de mi hija viene todos los días de Córdoba y eso es porque le gusta su trabajo. Es un trabajo demasiado esforzado para que les recorten, es injusto, y además yo estoy en paro y no podría pagar por muchas cosas", explica Sandra Navarro mientras recoge a su hija Ainara, de 3 años, en el Paulo Orosio. "Debería haber más movimiento de los padres, todavía no lo hay, no sé si porque muchos no se han enterado, pero los recortes que nos están haciendo en educación no solo repercute en los profesores sino en las instalaciones y en la educación que van a dar a nuestros hijos", denuncia María José, madre de Luna, de 5 años.

A los recortes del Gobierno andaluz se suma la falta de inversión municipal para mantenimiento y reformas. "Aquí los baños están oxidados, con riesgo para los niños y dicen que no hay dinero para arreglarlos", se queja David, miembro del Ampa del Paulo Orosio. "Llevamos más de cuatro años reclamando que cambien las persianas a unas que son menos peligrosas para los niños", dice la presidenta del Ampa del Juan XXIII. Los directores de ambos centros corroboran que, desde hace tiempo, sus reclamaciones al Ayuntamiento solo obtienen una respuesta:las obras están sujetas a la disponibilidad presupuestaria y en estos momentos no hay dinero.

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