Cultura

Los cómics de julio

Las mejores novedades -y algún rescate- del panorama de la viñeta en español.

el 07 jul 2014 / 21:08 h.

cooltureta Consumo exquisito Cooltureta. Moderna de Pueblo. Editorial: Lumen. Precio: 15 euros. ¿Cómoooo? ¿Que no conoces a...?» Para un cultureta, esa es la pregunta más terrible, siempre. Rellenen los puntos suspensivos con la narrativa de Mark Z. Danielewski, con la música de CocoRosie, con el cine de Chan-wook Park o cualquier otro director surcoreano... o con las viñetas de Moderna de Pueblo. Porque, en efecto, una buena amiga mía mostró su estupefacción ante el hecho de que yo no conociera a esta dibujante que, popularizada en las redes sociales y fichada por El_Jueves y otras publicaciones, ha logrado erigirse casi en figura de culto en tiempo récord. Mi amiga no paró hasta que me hice con un ejemplar de Los capullos no regalan flores. No volvería a pillarme. Este nuevo trabajo, en el que por primera vez interviene como guionista Carlos Carrero, mantiene mucho en común con el espíritu de Los capullos...: un dibujo sencillo, naturalista, al servicio de un texto que quiere buscar la identificación del lector con los personajes, y si se puede, conducirlo a la hilaridad por esa misma vía. Si en la anterior obra el efecto cómico se lograba mediante la exposición de situaciones amorosas y sexuales por las que ha podido pasar cualquier chica veinteañera, esta vez se trata de retratar al joven moderno que consume cultura a todas horas, ya se trate de cine de autor, literatura exquisita, música vanguardista o ropa a la última moda. Esta absorción desmedida de productos culturales expone al protagonista a una tensión permanente, pues no tarda en advertir que su vida social es un permanente examen de erudición y de buen gusto. Ambientada en el madrileño barrio de Lavapiés, aunque podría tratarse de cualquier zona chic de cualquier ciudad española, este cómic –¿o cabría decir, coolturetamente, novela gráfica?–es una invitación a reírse, sobre todo, de los tópicos que genera el mercado cultural, así como a la impostura permanente a la que se ven abocados sus feligreses. La historia se desarrolla con el hilo conductor de la búsqueda de compañía amorosa, lo que la emparenta con Los capullos no regalan flores, y está trufada de personajes impagables como El cinéfilo, La Mariliendre o El amigo torturado, que permiten dar por supuesto que habrá nuevas entregas en el futuro. Por si acaso, tomen nota y no se dejen sorprender por la enojosa pregunta: «¿Cóoomo, no conoces Cooltureta?»   crumb-228x300 American anti-hero R. Crumb. Entrevistas y cómics. VV. AA. Editorial: Gallo Nero. Precio: 24 euros. Una buena entrevista se parece a un idilio, un romance fugaz entre dos personas que dan lo mejor de sí mismas en el tiempo que dura la conversación. Sin las preguntas adecuadas no se estimula al entrevistado, sin respuestas brillantes no se alcanza la magia. Pues bien, este libro está lleno de buenas entrevistas. El entrevistador conoce bien al entrevistado y su trabajo, ha investigado a fondo y se muestra rápido y agudo a la hora de repreguntar. Y el entrevistado, además de ser uno de los artistas de cómic más prestigiosos de todos los tiempos, despliega además una sinceridad, una lucidez y un desenfado que hacen de cada respuesta un caramelo. En efecto, Robert Crumb, el mago de la viñeta underground, el autor de títulos memorables como El gato Fritz, Mr._Natural o Mis problemas con las mujeres se desnuda en estas páginas como tal vez solo lo había hecho en sus propias viñetas. Es decir, que probablemente no diga nada que no haya dicho antes dibujando, pero lo hace de un modo tan claro, explícito y franco que sin pretenderlo acaba configurando una impagable guía para interpretar el universo Crumb. Desde sus experiencias con LSD a sus fantasías sexuales con Bugs Bunny, pasando por su fascinación al descubrir En la carretera de Kerouac y demás literatura beatnik, su debilidad por las señoras de grandes posaderas y su desprecio por el mundo de los picapleitos y los agentes, sin olvidar las confesiones alrededor de su difícil vida familiar y sus hábitos masturbatorios, todo lo que cuenta Crumb posee un reflejo directo en su dibujo, probablemente el más influyente de las últimas décadas del siglo XX para los creadores de este género. Pero, a poco que rasquemos, encontramos mucho más: una radiografía de la demencial vida americana, que terminaría exportándose masivamente a todo el mundo; certeros análisis sobre la mercantilización del arte, sobre la hipocresía con que la sociedad rechaza ciertas representaciones del sexo, sobre el valor del cómic como espejo de nuestro tiempo e invitación para abrir la mente... En definitiva, estas entrevistas, acompañadas por numerosos fragmentos de obras de Crumb, se leen igual que éstas: ávidamente, de un tirón, y sin querer que acaben.   curioson_cubierta_bajaVisión en profundidad. Curiosón, viaje al corazón del océano. Matthias Picard. Editorial: Fulgencio Pimentel. Precio: 18 euros. Debo reconocerlo: ignoro si la tradición del cómic 3D se remonta a mucho tiempo atrás –lo que no me extrañaría del todo, considerando cuánto lleva su hermano, el cine, probando suerte en ese campo– o si se trata de un fenómeno más o menos reciente. De lo que no me cabe la menor duda es de que Curiosón._Viaje al corazón del océano, editado con el lujo habitual (y un poco más) por Fulgencio Pimentel. El joven Matthias Picard,  forjado en el colectivo Troglodyte y fogueado como dibujante en múltiples revistas especializadas, es el artífice de esta joya que recupera la inveterada curiosidad del arte por el fondo marino, con todo lo que de misterio y de maravilla, de fascinación y sobrecogimiento tiene. La influencia de los grabados de 20.000 leguas de viaje submarino es evidente, tanto en el trazo como en el uso del blanco y negro, pero sería un error cosiderar este trabajo como una simple reinterpretación del clásico de Julio Verne. A través de viñetas a página completa, muy beneficiadas por el formato grande de la edición, Picard nos invita a sumergirnos (¡nunca mejor dicho!) en ese ámbito habitado por criaturas familiares y otras más exóticas, presencias amables y también inquietantes, que deambulan por espacios de fantasía que, gracias a la técnica 3D, adquieren un efecto sencillamente asombroso. Cómic acertadamente mudo, porque bajo la superficie del mar sobran las palabras. Y porque Curiosón, ese buzo sonriente de quien no sabemos nada, en el fondo no es un personaje, sino, como su propio nombre indica, una invitación: a explorar, a aprender, a adentrarse sin miedo en lo desconocido, a abandonar las certezas de la tierra firme y flotar un poco, mecidos por la corriente. Después de visitar un par de veces este precioso libro, que incluye en su interior dos pares de gafas anaglíficas, descubrí con sorpresa que está indicado «para lectores de 3 a 10 años». Nunca lo hubiera dicho. Creo que Curiosón._Viaje al corazón del océano es un regalo magnífico para cualquier lector con un poco de sensibilidad y buen gusto, con ganas de deleitarse en el trabajo bien hecho y de sorprenderse con lo que puede hacer un artista asistido por las nuevas técnicas de impresión. Solo una prevención: cuidado, uno puede desear no salir de estas páginas...   la-oficina-en-the-new-yorker-9788415625568 Chupatintas y jefazos La oficina en The New Yorker. VV. AA. Editorial: Libros del Asteroide. Precio: 25 euros. De nuevo toca mirar por el retrovisor para ver qué novedades destacables nos hemos dejado en el camino. Esta vez no hay que ir demasiado lejos: uno de los grandes lanzamientos de las navidades pasadas de la editorial Libros del Asteroide fue el antológico La oficina en The New Yorker, que prosigue la línea iniciada por El dinero en The New Yorker (2012). Una cuidada selección de más de 300 viñetas, de entre las miles que han ido viendo la luz en la prestigiosa publicación a lo largo de su historia, y que vienen a demostrar, entre otras evidencias, que las cosas no han cambiado tanto en las últimas décadas, al menos en lo que a relaciones laborales se refiere. The New Yorker fue fundado en 1925, en el preludio de una crisis tan feroz como la que vivimos, y una de sus funciones fue poner una sonrisa en medio de tiempos muy difíciles para sus lectores. De hecho, a través de estas viñetas puede columbrarse –ya que no están fechadas– las épocas en que fueron realizadas según las preocupaciones que plasman, siempre operando como espejo en el que podían mirarse por igual curritos y jefazos, chupatintas y ejecutivos. «Si sigues introduciendo el factor humano, esta conversación no irá a ninguna parte», dice un director por teléfono, mientras que otro comunica ufano a su plantilla: «Somos la misma gran compañía que siempre hemos sido; solo que hemos dejado de existir». Y otro: «Hemos mejorado nuestra cuota en el segmento de quince a veintiséis años, pero hemos perdido nuestras almas». En otra oficina, los trabajadores demacrados gatean penosamente, solo uno camina sonriente : «Fijaos en el nuevo», murmuran los otros. Una mujer despide a su marido, que se marcha al trabajo: «Y no vuelvas a casa hasta que esa bolsa esté llena de dinero». «¡Pobrecillos!», exclaman dos empleados que desde sus mesas de trabajo contemplan a otros como ellos, visibles en las ventanas del edificio de enfrente. Y en una reunión de ricachones, uno dice indignado: «Para hacerme millonario, he mentido, engañado y robado. Y ahora cualquiera puede ganar la lotería y convertirse en millonario». Situaciones que se parecen demasiado a la vida misma, tanto que a veces dejan, tras el rapto de hilaridad, un cierto poso de amargura. Pero lo que prevalece es la sátira, ácida y por momentos feroz, imprescindible para sobrellevar las rutinas crueles de la vida de oficina.

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