Cultura

Los concursos de cante y la necesidad de replanteárselos

el 09 sep 2010 / 20:55 h.

El Concurso de Cante Jondo Antonio Mairena, celebrado el pasado viernes en la Casa Palacio, estuvo rodeado de polémicas porque uno de los participantes no aceptó la derrota. Esto es muy normal en los concursos, suponemos que en los de flamenco y en todos. En el caso del de Mairena es que se corrió la voz esa misma noche de que el premio estaba dado de antemano, algo totalmente incierto. Conocemos a los miembros del jurado y a la junta directiva de la Casa del Arte Flamenco Antonio Mairena, y ponemos la mano en el fuego por ellos.
Los concursos de flamenco han perdido el valor que tuvieron antaño. Aunque hay noticias de que ya se celebraban en el siglo XIX, el primero que tuvo una gran repercusión fue el que se celebró en Granada en 1922 por iniciativa de Manuel de Falla, Lorca y otros artistas e intelectuales de la época. Aquel certamen estuvo mal planteado y constituyó un gran fracaso económico y artístico, aunque sirvió para dar una llamada de atención sobre el arte flamenco como tesoro artístico del pueblo andaluz en riesgo de perderse o comercializarse.
Tres décadas después llegó el Concurso Nacional de Córdoba, que hoy está más muerto que vivo, y algo más tarde el de las Minas de La Unión, sin duda el de mayor repercusión mediática, aunque también ha caído en una rutina insoportable. De hecho, se tienen que gastar una fortuna en contratar a grandes figuras porque el concurso solo no interesaría hasta el punto de mantenerse.
Con los medios que hay hoy al alcance de los nuevos valores, el concurso de cante ha perdido su valor. Sólo sirven para que ganen mucho dinero un montón de profesionales de concursos. Les conté hace un tiempo que en Sevilla se intentó crear una cooperativa de cantaores para controlar todos los concursos flamencos y repartirse entre unos cuantos el pastel económico. Denunciamos el proyecto y se paró lo que consideramos una auténtica barbaridad.
Los concursos se han amañado siempre. Caracol ganó el de Granada, del 22, porque lo llevó Chacón, amigo de su padre y de toda su familia. El maestro dijo: "Aquí traigo al futuro rey del cante", y como era la figura más grande, ganó uno de los premios importantes y se hizo figura. Desde luego, el maestro de Jerez no se equivocó con el imberbe.
Podría poner infinidad de ejemplos de concursos amañados. Pero lo más grave de los concursos no es eso. Es peor que sean fábricas de cantaores mediocres, porque exigen siempre lo mismo a los participantes y limitan su creatividad. Todo el dinero que se gastan en los concursos deberían destinarse a ciclos para jóvenes intérpretes y circuitos de promoción. Así se les acabría el chollo a los ganaconcursos y saldrían más artistas de verdad. Y, sobre todo, se acabaría con las trifulcas de quienes van a los concursos a competir y no saben perder.
¿Es admisible que una niña de 12 años pueda ganar en un concurso de cante 12.000 euros? Pues suele ocurrir.

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